jueves, 6 de julio de 2017

Máquina de Guerra, give peace a chance



Título Original War Machine (2017)
Director David Michôd
Guión David Michôd, basado en la novela de Michael Hastings 
Reparto Brad Pitt, Anthony Hayes, John Magaro, Anthony Michael Hall, Emory Cohen, Topher Grace, Daniel Betts, Aymen Hamdouchi, RJ Cyler, Alan Ruck, Nicholas Jones, Will Poulter, Lakeith Stanfield, Ben Kingsley, Meg Tilly, Tilda Swinton, Griffin Dunne, Josh Stewart, Kola Bokinni




Nuevo largometraje adscrito a la producción propia de Netflix y al igual que en otras ocasiones con los suficientes alicientes para llamar la atención a una gran parte del grueso del público generalista. Impulsada por Brad Pitt en labores de productor y protagonista asociándose con el guionista y director David Michôd (Animal Kingdom) y basándose en la novela The Operators del periodista, ya fallecido, Michael Hastings War Machine llegó a la plataforma de pago estadounidense el pasado mes de Mayo recibiendo unas críticas más bien tibias por parte de la prensa especializada. En Transgresión Continua no vamos a afirmar que nos encontramos ante una gran película, está muy lejos de serlo, pero sí vamos a intentar numerar las virtudes que lo convierten en un producto que merece la pena y algunas peculiaridades en su impronta que lo hacen diferenciarse del resto de sátiras bélicas que el cine norteamericano actual cada vez cultiva con menos frecuencia y sana incorrección política.




Glen McMahon (Brad Pitt) es un condecorado general del ejército de Estados Unidos que es designado en Afganistan en 2009 para acabar con la guerra que allí tiene lugar desde que después de los atentados del 11S el ex presidente George W. Bush mandara a las tropas para hacer frente a los terroristas de Al Qaeda. Una vez en Kabul el militar se encuentra con no pocos problemas que darán al traste con su plan de finiquitar el conflicto bélico. El rechazo por parte del pueblo afgano hacia los soldados americanos, la poca implicación de Hamid Karzai (Ben Kingsley) el presidente de la nación, un grupo de subordinados que no se encuentra en las mejores condiciones psicológicas para realizar adecuadamente su trabajo, tener a la opinión pública y a la prensa en su contra y su propia personalidad harán que los planes de McMahon desemboquen en una misión imposible por la que tendrás que pagar un alto precio tanto a nivel profesional como personal.




El libro The Operators escrito por el periodista Michael Hastings tuvo su origen, como podemos ver a lo largo del film, en una crónica llamada The Runaway General publicada en la revista Rolling Stone y en la que se ponía en duda la labor de Stanley McChrystal, ex comandante supremo de las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN destinado en Afganistán en 2009. Las palabras de Hastings afirmando el trato irrespetuoso que McChrystal daba a los civiles afganos, sus insultos de cara al presidente del gobierno de Barack Obama y su administración por su nula implicación en la labor de sus hombres y la suya propia o su inoperancia a la hora de detener a los insurgentes tuvieron tanta resonancia a nivel internacional que le costaron su puesto de trabajo, siendo relevado de su cargo poco después de salir a la luz dicha información. El guionista y director David Michôd leyó The Operators e inmediatamente se interesó por llevarla a la pantalla y en ese sentido Brad Pitt fue de vital importancia para sacar adelante dicha empresa.




Máquina de Guerra aspira a ser muchas cosas a la vez y en ese sentido sólo lo consigue a medias. Por un lado quiere explotar su naturaleza como sátira antibelicista cargando las tintas no sólo contra el conflicto bélico afgano y los motivos que lo iniciaron, sino también poniendo en duda la labor de los soldados estadounidenses en el país asiático y poner en entredicho las acciones que allí llevaron a cabo. También quiere ser una cinta que, en cierta manera, consiga respetar la imagen del ejército americano retratando a sus miembros, con el personaje de Glenn McMahon como principal cabeza visible, a modo de personas bienintencionadas, pero ineficaces en su oficio. Por último también hay un afán por dar cierto poso dramático a su protagonista por medio de la inclusión del personaje de su esposa Jeannie interpretada por la actriz Meg Tilly (Body Snatchers) con la intención de humanizar al rol de Brad Pitt.




En este sentido como drama los resultados no son del todo aptos porque a pesar del muy competente trabajo de Meg Tilly como Jeannie McMahon el tono del largometraje es humorístico, de modo que los intentos por parte de David Michôd están fuera de lugar si somos conscientes de que su obra se sustenta en la comicidad. En lo referido al respeto hacia el ejército americano tampoco el resultado es óptimo, ya que las veces que intenta hacer un retrato benévolo de los personajes el guión vira continuamente a la que es su mayor virtud, la mala baba y la poca complacencia con la que reflexiona sobre la presencia de Estados Unidos en Afganistan y las repercusiones negativas que dicha intervención tuvo en esta República Islámica. Justo ahí es donde War Machine destaca sobre el resto de sus coetáneas a la hora de calibrar el nivel de crítica con el que su guión dispare contra todo el mundo para que nadie se libre de recibir su correspondiente aguijón envenenado.




Desde el monólogo con el que se abre el film haciendo mofa con el "Dechado de autocontrol y respuesta proporcionada" que es Estados Unidos War Machine deja claro que no va a ser nada amable con su dialéctica cinematográfica. David Michôd reflexiona en su último largometraje sobre algo que ni las más recientes sátiras antibélicas ni el cine adscrito al género militar en general han querido o sabido abordar, la idea de que Norteamerica era el elemento invasor y el país invadido la víctima. Films como El Único Superviviente, el remake de Brothers o Leones Por Corderos nos hablan sobre el horror del campo de batalla, las secuelas de la guerra de Afganistan en los soldados yanquis o las mentiras del gobierno de George W. Bush a la hora de dar inicio al conflicto bélico. Pero la cinta que nos ocupa se deja de medias tintas y afirma que el país de las barras y estrellas, una vez más, se metió donde no debía destruyendo una nación en la que se adentró por intereses políticos y económicos haciendo uso de una fuerza desproporcionada y confirmando que los mismos insurgentes a los que tildan de terroristas no son más que civiles afganos defendiendo su propiedad y modo de vida.




Desde esta perspectiva, la de la sátira malintencionada y ácida, encuentra Máquina de Guerra su mejor baza regalando pasajes en los que vemos a Glenn McMahon explicar por medio de una pizarra, y como si de un profesor de primaria se tratase, que matar insurgentes sólo crea más insurgentes, sus conversaciones con el pusilánime presidente Hamid Karzai al que da vida un enorme Ben Kingsley que parece seguir la senda de sus personajes de Iron Man 3 o El Dictador, su enfrentamiento con la reportera alemana a la que da vida un breve pero genial Tilda Swinton y sobre todo su interacción con el grupo de subordinados que acata sus órdenes formado por un segundo al mando demasiado impulsivo en su labor, un traidor que filtra información a los periodistas para desacreditar a su oficial superior y un relaciones públicas que no sabe expresarse en público utilizando una amalgama verbal de tecnicismos que ni él mismo entiende. Con todo este material Michôd consigue ejecutar no pocos diálogos y gags cómicos para destacables que ofrecen la mejor cara de la obra.




Por último y en cuanto a la labor artística evidentemente la mayor parte del peso recae en el Glen McMahon al que da vida Brad Pitt y este transmite sensaciones encontradas. El protagonista de El Club de la Lucha convierte a su sosias de Stanley McChrystal en una caricatura, una mezcla entre su Aldo Ray de Malditos Bastardos y el General Patton de George C. Scott, que en todo momento se muestra, a pesar de la contención del actor, como un histrión, una composición interpretativa descontextualizada que para colmo llama más la atención al verse interactuar con el resto de personajes secundarios que no son tan exagerados y se acercan más a la realidad. Pero lo más curioso es que cuando llevamos menos de la mitad del metraje y el protagonista comienza a mimetizarse con el entorno en el que se mueve sus muecas, lenguaje corporal forzado y tono de voz postizo dejan de molestarnos y se convierten en la materialización más efectiva del espíritu ácido y nada complaciente de la propuesta cinematográfica de David Michôd.




Quedando lejos de clásicos dentro del subgénero como M.A.S.H, Trampa 22, Dr Strangelove o lejos de salvajadas más recientes que se adentraban incluso en el antimilitarismo como Starship Troopers o Buffalo Soldiers, pero siendo más valiente que piezas actuales como Juego de Armas (War Dogs) a la hora de criticar no sólo la guerra, sino también los que la anhelan porque sin ella son personas sin talento alguno, War Machine no será recordada con el paso del tiempo como una pieza ejemplar dentro del tipo de cine al que se adscribe, pero el hecho de que no tenga miedo a dar una visión dura de temas tabú para la sociedad americana como poner en duda su papel como "Policía del Mundo" la convierte en una obra que merece ser vista para que detrás de su supuesta ligereza y sorna podamos reflexionar sobre temas como el imperialismo, la política internacional, el terrorismo en todas sus formas y variantes y los hechos que han llevado a Estados Unidos a convertirse en una nación que cada vez se granjea más enemigos a lo largo y ancho del globo.



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