viernes, 20 de abril de 2018

El Corazón del Ángel, ascensor para el cadalso



Título Original Angel Heart (1987)
Director Alan Parker
Guión Alan Parker, basado en la novela de William Hjortsberg
Reparto Mickey Rourke, Robert De Niro, Charlotte Rampling, Lisa Bonet, Brownie McGhee, Stocker Fontelieu




Es curioso cómo el paso del tiempo nos da nuevas y diferentes perspectivas a la hora de valorar la obra de algunos directores. Alan Parker perteneció a esa generación de cineastas británicos curtidos en el mundo de la publicidad durante los años 70 y en la que podemos encontrar nombres como Adrian Lyne, Hugh Hudson o los hermanos Ridley y Tony Scott. Sin contar a estos últimos, que se adaptaron sin ningún problema a la maquinaria hollywoodiense, el resto de ellos tuvieron su época de bonanza en la meca del cine para después ir espaciando cada vez más sus proyectos, volver a su Reino Unido natal o retirase de la dirección. Estos artesanos fueron vilipendiados largo tiempo por la prensa especializada acusados de "estetas" y "videocliperos", pero lo interesante es que ver algunos de los films realizados por ellos, sobre todo en los años 80, en pleno 2018 nos confirma su pertenencia a una raza de profesionales hoy echada irremisiblemente de menos.




Algo de esto acontece cuando poco más de treinta años después de su estreno decidimos revisar un proyecto como El Corazón del Ángel, la adaptación que Alan Parker realizó en 1987 de la novela Fallen Angel de William Hjortsberg, protagonizada por Mickey Rourke, Lisa Bonet, Charlotte Rampling y Robert De Niro. A día de hoy se hace casi impensable que un producto como este se gestara en el seno de Hollywood, que algunos actores de renombre como los que forman parte del reparto se implicaran en su creación, o que los productores Mario Kassar y Andrew Vajna, dueños de la ya extinta Carolco International, convencieran a TriStar Pictures para distribuirla. En el cine estadounidense del siglo XXI tan dado a la autocomplacencia, el artifico, la asepsia y la pulcritud un largometraje con tanta personalidad como Angel Heart se antojaría inconcebible fuera de los círculos del cine independiente. Por este y otros motivos hoy vamos a reivindicar la séptima película de Alan Parker.




Harry Angel (Mickey Rourke) es un decadente detective privado tratando de encontrar trabajo en la New York de 1955. Tras una llamada de teléfono sus servicios serán solicitados por un misterioso personaje llamado Louis Cypher (Robert De Niro) encomendándole encontrar a un cantante de jazz llamado Johnny Favorite, con notable fama antes de la Segunda Guerra Mundial y cuyo paradero se desconoce desde hace doce años. Las pistas que irá encontrando durante la investigación de este peculiar caso llevarán a Angel a la ciudad de New Orleans donde conocerá a Margaret Krusemark (Charlotte Rampling) o a Epiphany Proudfoot (Lisa Bonet) y a sumergirse en el submundo del vudú y el satanismo de Louisiana. Un reguero de cadáveres y la presencia de un asesino invisible imposible de cazar llevarán a Harry a un viaje sin retorno al infierno en el que nada es lo que parece y pagando el más alto precio.




Mezcla de neo noir con  terror, como si colaboraran mano a mano en su creación Raymon Chandler y William Peter Blatty, en El Corazón del Ángel Alan Parker ejecuta una mixtura genérica sustentada en un guión, escrito por él mismo, que alejándose notablemente de la novela de William Hjortsberg construye un relato con reminiscencias de alucinación, atmósfera asfixiante y desarrollo argumental pesadillesco inspirándose en una revisión del mito de Fausto salpicada de hemoglobina, ritualismo y folklore propio de New Orleans muy vinculado al vudú y las sectas satánicas. Creando una mezcla de exotismo aderezado con sus gotas de sensacionalismo y morbidez que hacen el resto para diseñar una pieza manteniendo el interés del espectador a lo largo de casi dos horas de metraje en las que el misterio escondido detrás del caso de Johnny Favorite se apodera de una narración cada vez más visceral y cruenta.




Desde su segundo y exitoso trabajo en el mundo del largometraje, El Expreso de Medianoche, Alan Parker se especializó en historias de notable sordidez protagonizadas por personajes llevados al extremo, aunque evidentemente no haya sustentado toda su carrera en este tipo de films. El Corazón del Ángel es la muestra quintaesencial de ese tipo de obras en las que el director de Evita volcó su predilección por la violencia y lo truculento. De esta manera el autor británico daba un giro radical con respecto a su trabajo inmediatamente anterior, aquella lírica Birdy, protagonizada por Matthew Modine y Nicolas Cage, en la que la amistad, las secuelas físicas y psicológicas sufridas por los soldados durante la Guerra de Vietnam y la elección voluntaria de la locura para evadirse de la cruda realidad copaban todo el protagonismo.




Angel Heart también habla de la locura, pero no la vinculada a un hombre que se cree un pájaro con un irrefrenable deseo de volar, sino la experimentada por un detective privado emprendiendo un viaje sin retorno a las profundidades del infierno. La New York de los años 50 que retrata Alan Parker, cuya ambientación es tan destacable como discutible en algunos aspectos, es una ciudad áspera, sucia, alejada de la visión idealizada y de postal que en ocasiones se nos ha dado de ella. Este retrato poco afable regido por la arquitectura cruda y decadente comienza a verse invadida como un virus por hechos sobrenaturales rompiendo la barrera de la lógica y sumergiendo el relato en un estado de vigilia y onirismo eclosionando totalmente una vez la acción se traslada a New Orleans y convierte la segunda mitad del metraje en una suerte de conjuro audiovisual en el que los límites de lo real se ven rebasados continuamente.




Como maestro de ceremonias Alan Parker mantiene un férreo control de todos los apartados técnicos del proyecto para que el conjunto de la obra se muestre en todo momento cohesionado. La dirección de fotografía repleta de claroscuros por parte de Michael Seresin, el elaborado diseño de producción de Richard Morris o la atmosférica banda sonora de Trevor Jones fusionándose con los ritmos de jazz propios de New Orleans y sobrevolando todo el score musical sirven para dar empaque y solidez al argumento del largometraje viéndose enriquecido por todos estos añadidos que le infieren lasciva vida permitiendo la evolución de una historia revelándose poco a poco cada vez más claustrofóbica, asfixiante y descarnada. De esta manera su equipo técnico pone en bandeja de plata al cineasta británico el poder ejecutar pasajes perturbadores como los distintos asesinatos, las visiones de la mujer del velo negro o la famosa escena de sexo desembocando en orgía de sangre.




En cuanto al apartado artístico Alan Parker depositó su confianza en un por aquel entonces pujante y prometedor Mickey Rorurke que venía de despuntar con sus papeles en La Ley de la Calle (Rumble Fish), Mahnattan Sur (Year of the Dragon) o 9 Semanas y Media. El protagonista de Sin City ciertamente se entrega hasta lo enfermizo y gracias a ello ofrece una de las mejores caracterizaciones de su carrera dándolo todo en esa recta final en la que comienza a perder la cordura. El problema radica en tener delante a un Robert De Niro pletórico, en una de sus mejores etapas interpretativas, que con pocos minutos en pantalla y una contención digna de estudio eclipsa a su compañero de reparto sin tener que hacer el más mínimo esfuerzo. Su gestualidad, lenguaje corporal, modulación de voz, ambiguo acento y detalles de cosecha propia como la melena, las uñas o el uso de bastones componen uno de los mejores trabajos del italoamericano.




El resto del reparto lo completan, entre otros, la británica Charlotte Rampling como Margaret Krusemark, una vidente especializada en crear cartas astrales para sus clientes, que tuvo una relación estrecha con Johnny Favorite, y con la actriz de Melancholia aprovechando su rol para explotar a conciencia los pocos, pero valiosos, minutos que tiene en pantalla a la hora de darle vida. Por último es de recibo hacer especial mención para una Lisa Bonet de 19 años, por aquel entonces triunfando en televisión con El Show de Bill Cosby, teniendo aquí su debut en el mundo del cine. El suyo es un papel complicado debiendo amalgamar candidez y ternura con sensualidad y violencia desembocando su composición en la ya citada escena de sexo que comparte con Mickey Rourke y convertida por derecho propio en una de las más recordadas de la historia del cine, consiguiendo sintetizar en su ejecución y coreografía toda la esencia de la película.




Habiendo estrenado su última película, La Vida de David Gale, en 2003 y haciendo público su retiro del cine hace tres años Alan Parker debe recibir su merecido reconocimiento como artesano que ayudó a construir un tipo de cine más incómodo en Hollywood sin estar reñido con la comercialidad. Aquellos críticos que en la época del estreno de esta excelente y muy recuperable El Corazón del Ángel acusaron a su ideólogo o sus coetáneos de profesionales superficiales con inclinación por el esteticismo visual mal entendido no sé qué pensarán en la actualidad de esos directores totalmente carentes de personalidad e inventiva con predilección por los montajes efectistas, el abuso de los efectos digitales y la casi inexistente relación con los actores que dan forma a los engranajes de la maquinaria hollywooodiense. Al fin y al cabo todo queda en casa y se reduce a vender el alma al diablo por conseguir el éxito, pero hasta para eso gente como Harry Angel o Johnny Favorite tenían mucho más estilo.


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