lunes, 8 de mayo de 2017

Brokeback Mountian



Título Original Brokeback Mountain
Director Ang Lee
Guión Larry McMurtry y Diana Ossana basado en el relato de Annie Proulx
Reparto Heath Ledger, Jake Gyllenhaal, Anne Hathaway, Michelle Williams, Randy Quaid, Linda Cardellini, Anna Faris, Scott Michael Campbell, David Harbour, Kate Mara





Cuenta la leyenda que la frustrante experiencia que supuso su incursión en el mundo de las traslaciones cinematográficas de personajes de cómics con la reivindicable Hulk fue el motivo por el cual el cineasta taiwanés Ang Lee decidió tomarse un año sabático alejado de los focos cinematográficos. Poco duró su retiro ya que durante 2004 el autor de Tigre y Dragón y su por aquel entonces colaborador, el productor y guionista James Schamus (una de las cabezas pensantes detrás de Focus Features, división de cine independiente de Universal Pictures) se embarcaron en el proceso de llevar a imágenes un famoso guión escrito por Larry McMurtry y Diana Ossana que adaptaba un relato corto llamado Brokeback Mountain, escrito por la novelista ganadora del Premio Pulitzer Annie Proulx. El film tuvo su puesta de largo internacional en el Festival de Venecia de 2005, ganando allí el el León de Oro a la mejor película, y desde ese mismo momento se convirtió en la sensación de aquella temporada, llegando a embolsarse numerosos galardones internacionales entre los que destacan tres Oscars (dirección, guión adaptado y banda sonora) de los ocho a los que fue nominado revelándose así como una obra de capital importancia dentro del cine de inicios del siglo XXI.




Brokeback Mountain cuenta la relación sentimental que mantienen a lo largo de casi veinte años Ennis del Mar (Heath Ledger) y Jack Twist (Jake Gyllenhal) un peón de rancho y un vaquero de rodeo respectivamente cuando en 1963 son contratados por el empresario Joe Aguirre (Randy Quaid) para cuidar su ganado en la montaña de Brokeback, un lugar ficticio localizado en el estado de Wyoming. Con el paso de los años y a pesar de mantener vidas paralelas con sendas mujeres (Michelle Williams y Anne Hathaway) ambos hombres se reencuentran regularmente en aquel idílico emplazamiento en el que pueden dar rienda suelta a una relación amorosa de manera furtiva sin que la misma salga a la luz en una sociedad, la del sur de Estados Unidos, cuyo extremismo con respecto a la homosexualidad podría costarles la vida. Durante dos décadas seguiremos el affaire de estos dos hombres que se mueven entre el sentimiento de culpa y la impotencia por no poder tener la vida conjunta que siempre han soñado.




Brokeback Mountain fue importante por distintos motivos, pero el principal es que abordó un tema como la homosexualidad sin cortapisas o prejucio alguno siendo una obra dirigida al gran público. Cuando Hollywood decidió hablar del mundo gay con alguna de sus producciones de relumbrón como Philadephia o Dioses y Monstruos, películas después de todo muy estimables. siempre se trataba la vida de sus protagonistas desde un óptica adscrita a un conservadurismo que no nos permitía ver en pantalla una verdadera relación emocional y sexual por miedo al rechazo de cierto sector de la audiencia. En el lado opuesto de la balanza se encontraba el famoso "queer cinema" noventero de autores como Rose Troche, Gus Van Sant o Gregg Araki que daban una visión más realista y explícita de este subgénero dentro de los círculos independientes, pero este no llegaba a las grandes masas. El largometraje de Ang Lee llegó en 2005 para romper esa barrera entre el cine comercial y el independiente a la hora de hablar de celuloide protagonizado por gays.




En ese sentido la elección del cineasta Ang Lee para ponerse al frente del proyecto fue un acierto mayúsculo por parte de los productores, no sólo porque con el director de Comer, Beber, Amar hablamos de uno de los artesanos más versátiles del cine de los últimos treinta años siendo capaz de embarcarse en proyectos tan diferentes como adaptaciones de novelas de Jane Austen (Sentido y Sensibilidad), radiografías de los cambios sociales y políticos de Estados Unidos durante los años 60 y 70 (La Tormenta de Hielo o Destino Woodstock) el western (Cabalga Con el Diablo) o el subgénero wuxia (Tigre y Dragón), sino porque también había abordado previamente, con tanto acierto como éxito, el tema de la homosexualidad en El Banquete de Boda, su segundo largometraje como director. Como profesional Lee puso su talento al servicio de un proyecto que en el momento en el que fue estrenado era tan necesario como osado a la hora de enfrentarse a modo de obra artística al grueso del público generalista.




Si obviamos la conceptualidad que la convierte en una obra genuina con respecto a la hora de abordar una relación sentimental homosexual desde una perspectiva peculiarmente inusual bajo Brokeback Mountain late una clásica historia de amor imposible salpicada por la incomprensión y la tragedia. Por suerte Ang Lee es un cineasta tan dotado para el retrato de personajes y la dirección de actores que decide eludir todo tipo de maniqueismo o posicionamiento estereotipado con respecto a sus criaturas. De modo que los roles de Ennis del Mar y Jack Twist no se muestran en pantalla como representaciones de un dechado de virtudes afectivas o emocionales ya que para sacar adelante la relación sentimental que comparten llegarán a cometer actos de puro egoísmo convirtiendo en víctimas a aquellos familiares o allegados que decidieron formar una vida en común con ellos y que pagarán el costoso peaje del "improbable" e "inaceptable"romance que ambos hombres mantienen a duras penas y a espaldas del mundo.




De este modo el director de La Vida de Pi no elude ideas y planteamientos controvertidos con respecto a sus protagonistas, que no dejan de ser seres humanos repletos tanto de virtudes como defectos que los muestran a modo de criaturas vulnerables y cercanas. A pesar de ello el cineasta y sus guionistas consiguen construir una verdadera historia de amor con tintes de tragedia, apuntes de angustia existencial y pasajes de una humanidad desarmante protagonizada por estos hombres que no pueden dar rienda suelta a su pasión por culpa de un contexto espaciotemporal, los Estados Unidos de los años 60 y 70, que rechaza de pleno algo que nunca podrán aceptar por culpa del arraigo que la intolerancia y el miedo a lo diferente marcó a fuego en su ADN, síntoma que por desgracia no ha sido del todo erradicado a inicios del siglo XXI y no sólo en el país de las barras y estrellas ya que no son infrecuentes las muestras de homofobia también en nuestro viejo continente.




Desde la primera escena de sexo en la tienda de campaña, una coreografía doliente compartida por dos animales heridos en la que Lee deja clara su intencionalidad a la hora de abordar el proyecto, Brokeback Mountain pone las cartas sobre la mesa a la hora de moldear el fondo y la forma de su propuesta. Ennis y Jack representan dos personalidades totalmente opuestas que se complementan la una a la otra. El primero, un rudo y taciturno peón de rancho que previamente nunca había mantenido relaciones con personas de su mismo sexo y el segundo, un apuesto cowboy de rodeo con cierta predilección a mantener aventuras esporádicas de una noche sin mirar el género de sus amantes, ofrecen dos maneras diametralmente opuestas de afrontar el dilema de "ser diferentes" al resto de los mortales llevando a cabo actos "impuros" desde un punto de vista bíblico o socialmente conservador como el anclado en la prehistoria en pleno corazón del sur de Estados Unidos.




Estas personalidades brutalmente diferenciadas están expuestas en pantalla por el trabajo mayúsculo del australiano Heath Ledger y el norteamericano Jake Gyllenhaal. Mientras el tristemente desaparecido Joker de El Caballero Oscuro encuentra en la contención, la mínima gestualidad, la modulación de la voz y el uso del acento sureño sus mejores aliados el protagonista de Enemy ofrece su mejor cara entregándose al carisma, la visceralidad y una simpatía contagiosa que hace saltar chispas cada vez que comparte plano en pantalla con la personalidad callada e introvertida de su partenaire. Ambos actores se muestran totalmente veraces cuando el relato exige que muestren su lado más libidinoso en pantalla (el dúo de intérpretes se implicó al 100% con no pocas secuencias sexuales que gracias a su profesionalidad exhalan dolor y pasión por todos y cada uno de sus fotogramas) y apelan a la intimidad, la cercanía y hasta lo sensible, que no sensiblero, cuando tienen que dar rienda suelta a los pasajes más románticos del largometraje.




A que la obra se vea sobrevolada por ese aire de poema desgarrado, de sentimiento melancólico de pérdida e impotencia es indispensable, como apuntábamos previamente, la implicación del taiwanés Ang Lee, un cineasta que no se amilana a la hora de abordar historias con resonancias de notable dramatismo como La Tormenta de Hielo o repletas de escenas sexuales de alto voltaje como las que poblaban Deseo, Peligro. Su mirada descarnada con la que expone a sus personajes desnudos, siempre emocionalmente, en pantalla eleva el de por sí magnífico guión y el grandioso tour de force de sus protagonistas que se extiende al resto de un soberbio reparto en el que hacen una encomiable labor, sobre todo, Michelle Williams y Anne Hathaway, Randy Quaid o Linda Cardelini entre otros. El director de la reciente Billy Lynn’s Long Halftime Walk se apoya en la preciosista fotografía de Rodrigo Prieto y la sencilla pero exquisita banda sonora de Gustavo Santaolalla, aderezada con varios temas country elegantemente seleccionados, para elevar a la excelencia el proyecto y lo consigue sobradamente gracias a su sensibilidad y dotes como profesional del medio.




Un reencuentro en el que la pasión del momento da paso a la delación que cambiará la vida de los protagonistas y sus familiares, el breve flashback de un hombre sencillo y de pocas palabras abrazando a su amante cariñosamente mientras le canta una canción de su infancia a modo de reconciliación, un padre reafirmando su posición de hombre ante una familia política que se dedica a humillarlo por los rumores sobre su identidad sexual, un peón de rancho que elude en todo momento mostrar sus sentimientos derrumbándose ante su desdicha y la de su compañero por no poder envejecer juntos como cualquier otra pareja, una noticia trágica anunciada al otro lado de la línea telefónica y finalmente una camisa y una postal que se convierten en iconos del mejor género romántico dentro del cine reciente ayudan a cimentar la leyenda detrás de Brokeback Mountain, una cinta que marcó un antes y un después en el Hollywood del siglo XXI, pese a quien pese.




Después de haberla visto por primera vez en cines en su 2005 natal, para quedar totalmente devastado y emocionado con sus hallazgos y virtudes cinematográficas, hace poco decidí revisarla para ver si había envejecido de mala manera o perdido su fuerza como obra de arte. El resultado del nuevo visionado no dejó lugar a dudas, doce años después de su estreno Brokeback Mountain sigue siendo una obra maestra contemporánea, una pieza imperecedera sobre cómo un sentimiento tan primario e intrínseco en la naturaleza humana como el amor puede convertirse en un camino lleno de obstáculos y miedos de distinta naturaleza u origen. Más allá de cómo se valore desde un plano estrictamente cinematográfico sólo seres insensibles, incultos, intolerantes y de una existencia aposentada en la tristeza y la acritud pueden poner el grito en el cielo ante una pieza ejemplar como la que Ang Lee ofreció en homenaje a los Ennis del Mar y Jack Twist del mundo y a todos aquellos que tuvieron que ocultar algo que debe ser inherente en todo ser humano, el derecho a amar y ser amado.


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