miércoles, 20 de julio de 2016

Juego de Tronos: Temporada 7, todos los hombres del rey



"Si Robert se entera... sabes que lo hará, debes protegerlo, prométemelo Ned, prométemelo




Tarde o temprano tenía que suceder lo que todos nos imaginábamos. El ritmo de producción anual de Juego de Tronos era tan rápido que tarde o temprano adelantaría a los libros de George R.R. Martin en los que la serie estaba inspirada y así ha sucedido en esta sexta temporada, algo que se deja notar, para bien o para mal, a lo largo de los diez episodios. A continuación adjuntaré spoilers muy importantes de la trama, de modo que cuidado. Tras la incertidumbre que supuso el asesinato a traición de Jon Snow por parte de sus hermanos de la Guardia de la Noche en el último episodio de la quinta temporada al inicio de la sexta la primera cuestión a responder era saber si el personaje de Kit Harington estaba realmente muerto o no y en el caso de estarlo si David Benioff y D.B. Weiss tenían intención de resucitarlo, algo que ni lectores de los libros sabían a ciencia cierta ya que el personaje parecía morir también en Danza de Dragones sin mucha posibilidad de haber sobrevivido. La respuesta en televisión nos la dio la HBO al final del segundo episodio cuando Melissandre, la Bruja Roja, devolvía de entre los muertos al joven bastardo y en ese mismo momento la temporada se ponía verdaderamente en marcha.




Desde un punto de vista más o menos objetivo y como lector de los libros o fan de la serie de televisión debo admitir que esta temporada me ha parecido la más irregular de la serie, no mala (ninguna me lo parece, siendo algunas mejores que otras) pero sí considerablemente descompensada precisamente porque a David Benioff y D.W. Beiss se les nota que se han quedado sin el sólido material literario de George R.R. Martin para ir tejiendo su versión televisiva de Canción de Hielo y Fuego. Para el que suscribe es indiscutible que esta sexta tanda de episodios a contenido algunas de las subtramas más gratuitas, innecesarias y endebles de toda la serie. Porque si bien el personaje de Deanerys comienza a tomar un rol activo todavía se antojan sus acciones y decisiones de un estatismo narrativo que poco tiene que ver con su contrapartida en las páginas de los libros, cuyas hazañas están exupuestas de manera mucho más dinámica y atractiva. Pero peor es el caso de Tyrion, ya sabemos que es el personaje que más gusta tanto en la saga literaria como en la catódica y que Peter Dinklage es un actor que llena la pantalla con sólo abrir la boca, pero es que todo la trama relacionada con él es de una insulsez e inanidad alarmante, por mucho que quieran darle peso como consejero de la Madre de Dragones su presencia no aporta nada de verdadero peso y su hazañas quedan reducidas a intercambiar diálogos con otros personajes como la misma Daenerys, Varys o Missandei y Grey Worm, compartiendo con estos últimos pasajes de humor que, aunque efectivos, están fuera de lugar.




Como previamente hemos comentado recurrir a estas subtramas que son excusas para mantener en la serie a personajes importantes pero que narrativamente no se sustentan como debieran para cohesionarse con las otras que pueblan el programa posiblemente se deba a que los showrunners de la serie ya no tienen donde reflejarse ahora que han dejado al autor de las novelas atrás, pero también sería de necios negar que las dos cabezas pensantes de la serie a estas alturas ya conocen el estilo del autor de El Sueño de Fevre y que evidentemente este los habrá seguido asesorando a lo largo de la temporada aunque en esta ocasión no haya escrito el guión de ninguno de los episodios, como venía siendo tradición en las anteriores. Esto que comento queda claro en cuanto a la serie de traiciones, asesinatos, crueldades, muertes, batallas e intrigas palaciegas que sobrevuelan los diez episodios, que son 100% George R.R. Martin, material con toda la personalidad de una serie como Juego de Tronos al máximo nivel y sin hacer prisioneros. Por otro lado los actores vuelven a estar a la altura, pero hay que tener cuenta que después de seis años interpretando sus roles es fácil que la labor del reparto sea notable. En esta temporada un servidor destaca a un Kit Harington algo más entregado (y expresivo) por la causa ya que esta entrega recae casi por completo en sus hombros desde su mismo arranque, también Maisie Williams por haber convertido su Arya Stark en un personaje completamente físico, a Sophie Turner por dar por fin el paso a la madurez que Samsa llevaba tiempo exigiendo, Iwan Rheon pletórico como el demente Ramsay Bolton, una Lena Heady que ha exprimido hasta el paroxismo la crueldad de una Cersei Lannister mejor que nunca y esa Lyanna Mormont personalizada por la maravillosa Bella Ramsay que nos ha enamorado a todos por su entereza y determinación concentradas en el cuerpo de una pequeña niña de doce años.




Evidentemente aunque esta sexta se antoje como una temporada no del todo brillante es no es óbice para admitir que volvemos a encontrarnos ante un producto televisivo de calidad a la altura de una cadena como HBO. David Benioff y D.B. Weiss siguen por el buen camino recurriendo a guionistas con talento, actores magníficos de nueva hornada (enorme Jonathan Pryce como el Gorrión Supremo, agradable la presencia de Max Von Sydow como Three-Eyed Raven y una pena que Ian McShane haya sido ta poco aprovechado siendo un intérprete de nivel) y unos directores que cada nuevo episodio elevan la calidad técnica y la puesta en escena del show. Hay varios momentos potentes en esta temporada (a continuación los destacaré, pero seguro que no es difícil adivinarlos) y los mismos hacen que merezca la pena hacer el recorrido de esta última colección de episodios que no han sido todo lo potentes que debieran. Ahora llega la verdadera prueba de fuego, saber si Benioff y Weiss van a conseguir mantener a flote el barco las dos temporadas que quedan (hace poco nos hemos enterado que la séptima se retrasará por la falta de nieve para poder comenzar el rodaje de la misma) sin que la calidad de la serie se resienta demasiado, algo que por desgracia en esta sexta ha llegado a suceder en cierta manera.




El personaje – Ramsey Bolton, siento especial predilección por esos villanos a los que “da gusta odiar” y el personaje de Iwan Rehon es un auténtico hijo de la gran puta que parece salido de Los Señores del Acero (Flesh+Blood) aquella sucia y lasciva cinta medieval rodada por Paul Verhoeven en 1985.

El momento de bronce – La muerte de Hodor, un personaje al que todos teníamos especial cariño y que abrazó un destino escrito desde su propia niñez para salvar a Brann y Meera, un momento en el que la tensión y la tristeza se dan de la mano para retorcer el corazón del fan de la serie.

El momento de plata – El fuego Valirio y su orgía de muerte instigada y planeada por Cersei Lannister y que se cobra la vida, entre otros, del Gorrión Supremo, Margaery y Loras Tyrell. Uno de los puntos álgidos de la temporada

El momento de oro – Evidentemente la Batalla de los Bastardos se ha convertido en el pasaje técnico cumbre de lo que llevamos de serie. Juego de Tronos es una producción que se caracteriza porque sus responsables en cada temporada tratan de superarse a sí mismos a la hora de rodar las escenas bélicas, pero lo de Michael Sapochnik (True Detective) en esta ocasión es un prodigio de control del tempo narrativo, ejecución coreográfica, utilización de los encuadres para incomodar hasta lo asfixiante al espectador y uso sabio de los efectos digitales. Un hito televisivo con todas las letras.


1 comentario:

  1. Reseña que forma parte de un artículo colectivo más amplio publicado en Zona Negativa

    http://www.zonanegativa.com/znseries-juego-tronos-sexta-temporada-la-redaccion-opina/

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