jueves, 30 de junio de 2016

Buscando a Dory



Título Original Finding Nemo (2016)
Director Andrew Stanton y Angus MacLane
Guión Victoria Strouse y Andrew Stanton




Si el pasado 2015 tuvimos doble ración de Pixar (ya que en 2014 la productora estuvo en barbecho) con la ingeniosa y celebrada Del Revés (Inside Out) y la entrañable e infravalorada El Viaje de Arlo (The Good Dinosaur) el presente 2016 no se libra de su habitual estreno cinematográfico nacido en el seno de la productora comandada por John Lasseter, siempre al servicio de una Disney que compró los derechos de la misma en 2006. Al igual que con aquella Monstruos University que hacía de precuela de Monstruos S.A o Toy Story 3 que culminaba una trilogía brillante protagonizada por los muñecos de juguete Buzz Lightyear y el vaquero Woody en esta ocasión las cabezas pensantes de la casa del flexo Luxo vuelven a recurrir a extender el microcosmos de uno de sus mayores éxitos. Buscando a Nemo se estrenó hace ya la friloera de trece años y como suele pasar casi siempre con los proyectos de Pixar fue todo un éxito de crítica y público. La búsqueda por parte del pez payaso Marlin, aunando fuerzas con la pez cirujano Dory, de su pequeño hijo Nemo se convirtió en otra de esas obras maestras con vocación de clásico que los ideólogos de la productora norteamericana saben regalarnos de vez en cuando. Aunque no podemos considerarlo uno de los mejores films de Pixar (un servidor afirma sentir más admiración por joyas como Wall-E o Los Increíbles) aquella historia dirigida por Lee Unkrich y Andrew Stanton y escrita por este último junto a Bob Peterson y David Reynolds se revelaba como una cinta de animación ejemplar con una mezcla potentísima de drama, humor, amor y aventura, admitiendo un servidor que nunca se ha reído tanto con una cinta de animación como cuando fue a ver en pantalla grande esta enésima muestra del talento y la destreza del los muchachos de John Lasseter.




En esta ocasión el protagonismo recae sobre Dory, aquella entrañable pez cirujano con perdidas de memoria a corto plazo que se robaba todas las escenas de Buscando a Nemo, permitiendo por primera vez Pixar que uno de esos secundarios inolvidables a los que saben dar forma en prácticamente todas sus producciones pueda ser el núcleo central por primera vez su propia aventura en la que esta vez los protagonistas de la cinta primigenia de 2003 serán sus acompañantes. Buscando a Dory (el título del film da pie a engaño, ya que esa búsqueda a la que el mismo hace referencia es de carácter existencial, no físico) tiene lugar un año después de lo acontecido en su predecesora y narra la historia sobre la búsqueda por parte de esta, junto a sus amigos Nemo y Marlin, de sus padres. Este sencillo y manoseado punto de partida sirve no sólo para que Andrew Stanton, Angus MacLane y Victoria Strouse hilen una aventura de proporciones épicas protagonizada por los tres pequeños peces, sino también para reafirmar la personalidad de un personaje tan entrañable como Dory del que conoceremos su infancia, los motivos por los que se separó de sus padres y todo ello con el único fin de encontrar a sus ya mencionados progenitores y mediante ello también a sí misma. Todas estas ideas hacen de Buscando a Dory uno de los mejores productos cinematográficos del año 2016, otro triunfo de Pixar, pero está vez más adscrito a su rama más autocomplaciente y menos arriesgada.




Finding Dory posee muchísimos aciertos y a continuación enumeraremos algunos de los que ayudan a revelar su naturaleza de cinta brillante y perfectamente escrita o realizada. Por un lado y aunque el salto evolutivo de la animación por ordenador de 2003 a la actualidad es más que notable los autores del film no dudan en utilizar una estética idéntica a la de Buscando a Nemo, al menos en lo que a retratar a los personajes principales se refiere, todo para mantener el tono de aquella primera entrega y así afianzar ese afán que tienen los trabajadores de Pixar por dejarse imbuir en un clasicismo cinematográfico que hunde sus raíces más allá del género animado. Otro de los hallazgos del film es, paradójicamente, su tono cercano al thriller, no en un sentido genérico pero sí en esa estructura narrativa en la que gracias a los recuerdos que Dory va recibiendo a modo flashbacks (el uso de los mismos a lo largo de la película es sencillamente ejemplar y con ellos conocemos a la entrañable Dory pequeñita) y que le sirven como pistas para dar con el paradero de Jenny y Charlie, sus padres, incluyendo referencias que nos recuerdan incluso a Memento, de Christopher Nolan. Este discurrir de la trama en el que el espectador debe estar atento a todo lo que acontece en pantalla se auna con el ya mencionado legado de lo clásico que es marca de la casa dentro de la factoría y permite a Buscando a Dory tomar una personalidad bicéfala como producto cinematográfico que se puede inclinar tan pronto por homenajear a autores como Charles Chaplin o Jacques Tati como a jugar con texturas y o resoluciones visuales como ese pasaje subjetivo desde el punto de vista de Dory que se antoja un dechado de virtudes narrativas y conceptuales.




La última producción de Pixar también recurre a otras de sus señas de identida como es la creación de personajes secundarios sencillamente brillantes que en no pocas ocasiones consiguen que estemos más pendientes de ellos, sus hazañas y sus ocurrencias que de la trama principal en la que los tres protagonistas están implicados. Dentro de estos nuevos personajes debemos destacar a Hank el pulpo, un descacharrante octópodo experto en camuflarse con su entorno y al que los directores del film recurren cuando quieren hacer uso del slapstick y el humor físico propio del ya mencionado Chaplin y Buster Keaton o los diálogos llenos de ironía y mal humor. Por otro lado tenemos la divertida pareja formada por el tiburón ballena Destiny y la beluga Bailey que ayudarán a los protagonistas a encontrar a los padres de Dory, el trío de leones marinos y ese desquiciado colimbo llamado Becky que tiene momentos remarcables cuando comparte pantalla com Marlin. Todos estos personajes de reparto se suman a los tres principales y dan pie a momentos que muestran la mejor cara cómica de una obra como la última producción de Pixar. Becky ayudando a Nemo y Marlin a encontrar a Dory con el uso del cubo o los tres leones marinos haciendo lo propio, la enorme química de Dory con Hank que comparten secuencias para quitarse el sombrero (como la del carricoche que a un servidor casi hizo llorar por culpa de la risa continuada) y que tienen su clímax en la caída al vació del camión por el terraplén al ritmo de What a Wonderful World de Louis Armstrong, un gag totalmente antológico.




Pixar lo ha vuelto a hacer, Buscando a Dory no sólo es una secuela a la altura de su hermana mayor, también es un producto que mantiene el tipo con respecto al resto de producciones de la casa que fundaron Edwin Catmull y Alvy Ray Smith y que llevaron a lo más alto John Lasseter o Steve Jobs entre otros. Evidentemente podemos achacarle que al igual que las secuelas de Toy Story o la precuela de Monstruos S.A peca de conservadora con respecto a ofrecer algo nuevo como continuación de un film que marcó unas pautas que aquí de manera un tanto cobarde son copiadas de manera extrema para no arriesgar innecesariamente, pero más allá de eso poco más le podemos reprochar. Evidentemente la apuesta a Disney y Pixar les ha salido bien, ya que Finding Dory ha marcado un hito convirtiéndose, gracias a sus 136,1 millones de dólares, en el mejor estreno de una película animada de la historia en Estados Unidos. Como ya hemos comentado en otras ocasiones la influencia del director de Toy Story o Cars como director creativo en la rama cinematográfica animada de Disney está dando unos grandiosos frutos ya que no sólo Pixar ofrece sus ya conocidos productos de calidad a la casa del ratón Mickey, sino que producciones como Enredados (Tangled), Frozen, Big Hero 6 o la reciente Zootrópolis son muestras cristalinas de que el hogar del tío Walt está en uno de sus mejores momentos después del bajón que sufrió durante la segunda mitad de los 90 y la primera de los 2000, de modo que esperemos que esta racha dure mucho tiempo. Por último mencionar que el cortometraje Piper es una obra maestra y habrá que seguir muy de cerca a su director Alan Barillaro, que posiblemente en un futuro no muy lejano nos de más de una alegría en formato largo dentro de la misma Pixar.


1 comentario:

  1. Crítica escrita originalmente en Zona Negativa

    http://www.zonanegativa.com/zncine-critica-buscando-dory-andrew-stanton-angus-maclane/

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