viernes, 24 de mayo de 2013

La Jungla: Un Buen Día Para Morir, desde Rusia con sopor



Título Original A Good Day to Die Hard (2013)
Director John Moore
Guión Skip Woods basado en personajes de
Actores Bruce Willis, Jai Courtney, Sebastian Koch, Mary Elizabeth Winstead, Julia Snigir, Amaury Nolasco, Megalyn Echikunwoke, Cole Hauser, Anne Vyalitsyna, Yuliya Snigir, Melissa Tang, Pasha D. Lychnikoff, Radivoje Bukvic, Sergei Kolesnikov





En 1988 un John McTiernan en todo su apogeo como director de cine de acción y con la ayuda al guión de Jeb Stuart (El Fugitivo) y Steven E. de Souza (director de la mítica Street Fighter: La Última Batalla) adaptó la novela Nothing Lasts Forever de Roderick Thorpe a imágenes en una película llamada Die Hard en Estados Unidos y La Jungla de Cristal en España. El largometraje lanzó a la fama a Bruce Wilis como action heroe ofreciéndonos uno de sus personajes más recordados, el incansable y muy humano John McClane, además fue un éxito de taquilla que hasta se recibió más o menos bien por la crítica. A día de hoy es una obra de culto dentro del género thriller y una de las piezas cinematográficas estadounidenses que hay que ver sí o sí en festividades navideñas.




Dos años después llegó la secuela, Die Hard 2: Die Harder, rebautizada aquí La Jungla 2: Alerta Roja, ya que se prescindió del "cristal" porque la historia estaba localizada en un aeropuerto en el que John tenía que acabar con un grupo de mercenarios que querían liberar a un dictador sudamericano interpretado por el gran Franco Nero si la memoria no me falla, porque ciertamente la vi hace años y no la recuerdo todo lo bien que quisiera. La batuta de la dirección se la cedió John McTiernan al mediocre Renny Harlin y si bien la película era inferior a la primera parte se mostraba entretenida, tenía buenos momentos y McClane seguía ofreciendo salidas memorables.




Seis años tardó en llegar la tercera parte Die Hard With a Vengeance, esta vez La Jungla de Cristal: La Venganza nuestro país, el vidirio volvía al título porque la acción tenía lugar a lo largo y ancho de New York y claro, la misma está plagada de edificios y rascacielos, a nuestros avispados traductores no se les escapa una. Para un servidor hablamos de la mejor y definitiva entrega de la saga, John McTiernan volvía a ponerse detrás de la cámara ofreciendo no sólo su último gran thriller, también uno de los mejores films de acción de los 90 con John más John que nunca, Samuel L. Jackson dándole la réplica como nadie interpretando al electricista Zeus Carver, un memorabe villano llamado Simon a manos de un Jeremy Irons que poco tenía que envidiarle a su hermano en la ficción, el inolvidable Alan Rickman de la primera parte que se metió en la piel de Hans Gruber, y escenas de acción sencillamente brillantes que no daban un respiro ya que la película empezaba con una explosión e iba subiendo, Cecil B. Demile sonreía desde su tumba.




En 2007, cuando nadie lo demandaba y la saga se había cerrado magistralmente como una trilogía intachable se estrenó una cuarta parte. Live Free or Die Hard (La Jungla 4.0) a manos del negado Len Wiseman (Underworld, Total Recall) que era de todo (una cinta hueca, estruendosa, digitalizada hasta el extremo, nada realista, fantasma) menos una nueva entrega de las aventuras de John McClane. El resultado como comento fue un disparate lleno de ruido aparatoso y ridículo (lo del caza era de traca) protagonizado por Bruce Willis pero no por el protagonista de la verdadera Die Hard. A ello sumémosle la presencia de una insportable hija interpretada por la guapa Mary Elizabeth Winstead, un insufrible compañero de juerga al que dio vida Justin Long, un malo de parvulario a manos de Thimoty Olyphant y una calificación moral PG-13 que llenó el film de violencia Disney.




Pero claro, el éxito de taquilla dio pie a que no se descartara la posibilidad de una nueva entrega, que ya sería la quinta. Este 2013 ha sido el elegido para que vea la luz esta A Good Day to Die Hard, La Jungla: Un Buen Día Para Morir y ya el trailer presumía de ofrecer más de lo que ya dio la cuarta entrega pero esta vez al menos con una calificación R, como en las tres primeras cintas. Todo apuntaba mal en el proyecto. Ser la continuación de una tercera secuela de considerable mediocridad, estar dirigida por ese mercenario llamado John Moore (Tras la Línea Enemiga, los remakes de La Profecía o El Vuelo del Fénix), estar escrita por el infame Skip Woods, autor de los libretos de X-Men Orígenes: Lobezno o El Equipo A y tener, esta vez, a otro hijo de McClane como acompañante del protagonista. ¿El resultado?, el esperado indudablemente. Otra chorrada sin pies ni cabeza con mucho ruído y ninguna nuez.




El argumento no tiene ni pies ni cabeza. John McClane se va de vacaciones a Rusia y en la capital moscovita se encuentra con su hijo Jack que está infiltrado en un grupo de mafiosos rusos de caras enjutas, antiamericanismo exacerbado y clichés vergonzosos. La película desde el minutos cinco, más o menos, está formada por unas alargadas escenas de acción con tiros, persecuciones, explosiones y aparatosidad formal que se alternan con otras en las que John y su hijo Jack hacen chocar sus personalidades intentando el guión dar algo de entereza y carisma a la relación entre dos actores y personajes que tiene menos química que si la hubieran protagonizado Nacho Vidal y Rouco Varela.




Hay algo curioso en una película como A Good Day to Die Hard. La escenas de acción son mecánicas, interminables, sí, al menos al inicio del film no abusan de los efectos digitales y tienen un tono más artesanal y retro, pero son impersonales, estruendosas y sin talento o verdadera fuerza. Pero es que cuando los dos protagonistas se ponen a hablar y a tratar de dar hondura a su relación entre padre e hijo el espectador echa de menos las explosiones, la pólvora y las muertes por muy deficientemente que estén expuestas. Porque es curioso que una película que hace lo indecible con tal de llamar la atención del espectador por medio del más burdo de los artificios tenga tan poco que contar (la trama no avanza absolutamente nada en todo el metraje y lo haga de manera tan penosa y plana.




En pleno 2013 cuando parecía que los estadounidenses habían superado los estereotipos sobre Rusia, el comunismo y su odia haca los "cowboys" va esta quinta entrega de La Jungla de Cristal y los recupera todos retratando un Moscú en el que sólo viven mafiosos, millonarios corruptos y gente de la peor calaña que habla "raro"  es antipática y a la que un americano de bien (John o su primogénito) tiene que callar la boca a hostias o disparos. Lo cierto es que para eso mejor que el espectador se ponga  Danko: Calor Rojo, de Walter Hill, que era más graciosa, tenía más encanto y rebosaba desvergüenza a la hora de meterse con los hijos de la antigua U.R.R.S. 




Una vez más tenemos a Bruce Willis, pero no al gran John McClane, ese hombre que que fumaba y bebía, que tenía que eliminar a sus rivales a regañadientes, que sentía y padecía y que llegaba a tener miedo (enorme la escena con el cartel racista en pleno Harlem durante la tercera entrega). Aquí no, este tío al que da vida el protagonista de 12 Monos es un viejales descerebrado que no teme a las colisiones automovilísticas, a las balas, las armas blancas y que engancha su metralleta y se pone en medio de la línea de fuego sin pensárselo dos veces porque tanto él como nosotros sabemos que no va a morir de ninguna manera, en todo caso sangrará un poco por algún impacto y hará algún comentario supuestamente jocoso que no será ni la sombra de los memorables diálogos que salían de su boca durante los tres primeros films.




La Jungla: Un Buen Día Para Morir es una chorrada indigna de la saga a la que se adscribe y de la que sólo se salva esa señorita llamada Julia Snigir que no puede ser más agraciada físicamente. La obra que nos ocupa es la lógica extensión de la ya de por sí del todo olvidable cuarta entrega ya que comparte con aquella estar ejecutada con una impersonal y alarmante desgana, ser artificiosa hasta lo indecible (esos helicópteros digitales que por cierto pueden acribillar con misiles un edificio en pleno centro de Moscú sin que pase nada, se ve que es lo "habitual" en tierras  rusas según los creadores de la película) y tratar de seguir la terrible senda de querer convertir en un tío familiar a nuestro querido y admirado John MacClane. Aquel que iba descalzo por el Nakatomi Plaza, aquel que se lamentaba de su suerte en un aeropuerto o el mismo que mandaba recuerdos al hermano de Simon Gruber antes de darle el tiro de gracia, ese que en esta A Good Day to Die Hard no aparece en ningún momento en pantalla.


3 comentarios:

  1. Quizá la vea algún día descargada con los colegas, pero la verdad que de momento no hay muchas ganas. Y mira que nos descojonamos con la 4 en el cine, por lo desfasada que estaba, pero es que van y sacan otra y ya ves que la broma se les ha ido de las manos y no es plan reírles las gracias con nuestro dinero.

    Yo sigo con el recuerde de la 1 y la 3 (la 2 o no la he visto o era tan enano que no la recuerdo xD), dos de las mejores películas de acción en las que importaban tanto las explosiones como los personajes. Ahora son películas random protagonizadas por Bruce Willis, no por McLane, y si se hubiesen llamado de otra forma ni tan mal.

    PD: Con esto de recuperar viejas sagas te buscaba una crítica a Rocky Balboa pero encuentro ninguna. ¿Un resumen de qué te pareció, Armin? De Rambo ni pregunto xD

    ResponderEliminar
  2. Si te refieres a la última de la saga me gustó mucho, me parece un ejercicio de nostalgia y sinceridad por parte de un envejecido Rocky/Stallone, un buen cierre para la saga porque Rocky V era un truño, es más, después de la Rocky original Rocky Balboa me parece la entrega más digna ya que las secuelas eran entretenidas pero no pasaban de ser entretenimientos sacacuartos.

    Con John Rambo me pasa algo parecido pero de manera diferente. Me gusta también por la nostalgia pero sobre todo por ser un festín gore brutalmente sádico y muy bien rodado técnicamente, también me parece la más digna entrega de la saga desde aquella ya lejana Acorralado, pero a años luz de ella, por supuesto.

    ResponderEliminar
  3. Amén a eso. Para mí desde la primera de Rocky las demás son entretenimiento estirando el chicle y el carisma del personaje, y poco más, son incluso malejas y si no fuera por el bonachón de Rocky serían casi para quemar. Pero Rocky Balboa al menos cerró el círculo con orgullo, por todo lo alto, y recuperó tras las cámaras a un Stallone, cuanto menos, interesante.

    ResponderEliminar