lunes, 30 de abril de 2012

Los Vengadores



Título Original The Avengers (2012)
Director Joss Whedon
Guión Zack Penn y Joss Whedon
Actores Robert Downey Jr, Chris Evans, Mark Ruffalo, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Jeremmy Renner, Tom Hiddleston, Samuel L. Jackson, Cobie Smulders, Clark Gregg, Gwyneth Paltrow, Stellan Skasgard, Harry Dean Stanton, Stan Lee



Han tenido que pasar cuatro años y estrenarse a lo largo de ese periodo de tiempo cinco películas protagonizadas por personajes clave de la Casa de las Ideas en solitario para que este largamente acariciado proyecto llamado Los Vengadores (The Avengers) llegue a nuestras carteleras mediante la productora Marvel Studios, filial cinematográfica del sello de cómic americano del mismo nombre. El resultado no sólo cubre las expectativas, sino que las supera ampliamente regalando algo que se echa mucho de menos en el Hollywood actual. Cine comercial de calidad.




Iron Man I y II, El Increíble Hulk (secuela disfrazada de remake de la reivindicable versión de Ang Lee) Thor y El Capitán América: El Primer Vengador, eran proyectos que si bien se mostraban como obras cinematográficas para presentar a sus personajes principales no dejaban de ser largometrajes endiabladamente divertidos, ágiles, respetuosos dentro de lo posible con las viñetas y poseedores de un diseño de producción de alto nivel que los convertía en blockbusters para disfrutarlos en pantalla grande y  que daban algo de dignidad al ramo más comercial de nuestras carteleras. Pero todo eran calentamientos para que un señor llamado Joss Whedon realizara después una epopeya superheróica de esas para reventar la taquilla y para que cierto tipo de espectador cumpliera un sueño de infancia o adolescencia. La crítica incluye algunos spoilers no muy importantes.




El señor Whedon es uno de los creadores de ficción más talentosos y reivindicables de la actualidad y yo hace tiempo que le rindo pleitesía. A él le debemos que una serie adolescente sobre una cazadora de vampiros se convirtiera en un desfile de personajes perfilados con pericia y verdadero estilo, que de aquel programa saliera otro sobre un no muerto con alma torturada que no desmerecía al original, que una pequeña nave de mercancía se convirtiera en tan sólo 13 episodios en una de las odas más memorables que se han dedicado al honor de la figura del perdedor, que de ese proyecto estupidamente abortado antes de tiempo naciera su inolvidable y emocionante ópera prima en el mundo del cine o que a su última obra para el tubo catódico fuera una vez más mal vendida por la cadena Fox y muriera tras sólo dos temporadas.




Pero más peso que todo esto tiene el hecho de que Joss ya hubiera mantenido contacto previo con Marvel en el hábitat natural de sus personajes, el mundo del cómics. Tras los inmensos Nuevos X-Men del escocés Grant Morrison, Whedon con la ayuda del impresionante dibujante John Cassaday (Planetary) tomó las riendas de los hijos del átomo y creó una etapa llamada Astonishing X-Men que puede reconocerse como una de las mejores de los mutantes desde la de Chris Claremont y John Byrne en los años 80. El creador de Buffy conocía los personajes, su bagaje y mitología y nos regaló arcos argumentales sencillamente inolvidables que devolvieron el tono heróico que los homo superior habían perdido (en favor de un impagable tono de high tec y ciencia ficción) durante el ciclo del creador de Los Invisibles o Flex Mentallo.




Los Vengadores es una cinta de Marvel Studios al 100% y en tamaño XXL. Un producto cinematográfico que apelando a la comercialidad y a dar entretenimiento en su máxima pureza al espectador no se olvida en ningún momento del seguidor de los cómics en los que se basa la película. Porque si bien la cinta, que narra la creación del grupo como tal, no está basada directamente en ninguna saga publicada en papel sí tiene a lo largo de su metraje un poco de muchos de ellas (algo que también pasaba en El Caballero Oscuro de Christopher Nolan). Pero si hay algo en lo que el director de Serenity ha triunfado rotundamente es en hacernos ver que esas personas que contemplamos en pantalla están realmente reflejando la esencia de lo que muchos hemos visto en viñetas a lo largo de los años.




No voy a negar que el inicio de la cinta me desconcertó un poco. Las primeras imágenes del prólogo me parecían más el buen arranque de un competente episodio piloto para una serie que una superproducción cinematográfica. Pero ese Tom Hiddelston, que aquí demuestra que no fue un error que su Loki fuera lo mejor de la cinta de Thor, empezó a ofrecerme los primeros grandes momentos de la velada, con sus aires de dios venido a menos por la envidia y el rencor, mostrándose como un villano puro y de vieja escuela, a lo Marvel. Poco a poco la cinta iba ganando enteros y en cada presentación de uno de los personajes del grupo un servidor sentía como un cosquilleo que hacía mucho, demasiado, que no sentía en una sala de cine.




Whedon sabe como tocar la fibra sensible al fandom con la presentación de un personaje (la de Bruce Banner y sobre todo la de Thor me emocionaron sobremanera) la frase previa a la aparición de uno de los protagonistas (lo que le contesta Loki a el Capitán América cuando le pregunta si le dan miedo los truenos) o la pelea perfectas (Hulk/Thor, Thor/Iron Man, Ojo de Halcón/Viuda Negra, Capitán América/Thor, hay donde elegir). Demuestra un conocimiento total de estos superhéroes y los lleva más allá que los directores que realizaron las cintas previas con los roles en solitario regalándole a todos ellos algún momento de gloria.




Sentido de la épica. Ahí es donde Los Vengadores se hace no sólo fuerte, sino invencible. Cada diálogo, cada golpe, cada movimiento de cualquiera de los personajes está pensado para ofrecer al espectador momentos que se le queden grabados en la retina, porque Whedon sabe que por cada cinco espectadores a los que les encanta el Capitán América también hay dos que beben los vientos por Ojo del Halcón y la Viuda Negra y no se olvida de ellos. Cada actor, cada rol, cada superhéroe al que dan vida tiene "su escena" y todos ellos dan lo mejor de sí en la batalla final.




El clímax de Los Vengadores, la batalla final, es la culminación de esa épica que Joss Whedon ha sabido capturar con su cámara. No hay aquí un montón de imágenes y sonidos sin sentido, con un montaje de planos que duran fracciones de segundo. Lo que el director ofrece es una coreografía perfectamente realizada en la que se dan la mano actores y efectos digitales, batalla y planficación cinematográfica (memorable el travelling trucado que va de un personaje a otro en un sólo plano secuencia) fuerza y control del tempo narrativo y sobre todo entretenimiento para todo tipo de público y respeto hacia él.




Otro de los logros más grandes por parte de Whedon es que su sello se deja ver con bastante claridad a lo largo del metraje, venciendo a esa impersonalidad autoral (si exceptuamos el Thor de Branagh, que es una cinta que no chirría en absoluto en su shakesperiana concepción del cine a pesar de no ser un proyecto propio y sí decididamente comercial) que se dejaba ver en los anteriores films de Marvel Studios. No es difícil ver a los scoobies de la pandilla de Buffy en el pasaje de la discusión acalorada entre los protagonistas, el carisma de Malcolm Reynolds en las salidas humorísticas de Tony Stark o la fisicidad de la ya mencionada cazavampiros en la escena de la Viuda Negra con los mafiosos rusos.




Pero si hay algo en Los Vengadores que nos demuestra de manera fehaciente que es Joss Whedon el que está detrás de la cámara y el guión es el acertadísimo y en ocasiones genial humor de la película. Nunca los chascarrillos de Tony Stark han sido tan irónicos (sus aguijonazos a Coulson, sus coñas con la ropa de Thor con pullazo incluído al toque shakesperiano del personaje, lo de comparar a Loki y a Ojo de Halcón con personajes de Disney o El Señor de los Anillos respectivamente) nunca la brutalidad de Hulk había sido utilizada con un tono tan cómico (su breve e inesperada "venganza" con Thor y sobre todo su "discusión" con Loki hicieron reír a la platea como nunca había escuchado yo en una sala de cine) en una pantalla y hasta personajes más serios como Thor, Nathasa o el Capi tienen alguna salida memorable.




Que nadie os engañe, sólo algún apunte estilístico (la imagen y raza de Nick Furia, detalles de algún uniforme) en la imagen de los personajes bebe de los Ultimates de Mark Millar y Bryan Hitch, Estos Vengadores son los clásicos, los de siempre. Tony Stark es el playboy irónico, Steve Rogers el patriota que lleva la voz cantante en el campo de batalla (ahí has acertado con la fidelidad Whedon, de lleno), Thor el orgulloso dios asgardiano, Bruce Banner el hombre normal que trata de dominar a la bestia que lleva dentro, la Viuda Negra la mujer inteligente y experta en la lucha cuerpo a cuerpo, Ojo de Halcón el prodigio con el arco y la flecha  temerario y duro como el acero o ese Loki, dios de las mentiras de dualidad moral que a mí ya me enamoró en las viñetas o en la cinta protagonizada por su hermano.




Joss Whedon es uno de los nuestros y sin quitar la mirada de la taquilla y el gran público ha hecho una película para los fans que se criaron con los tebeos de los Vengadores, con sus distintos miembros o formaciones, con sus victorias y derrotas, con sagas como Asalto a la Mansión o La Guerra Kree/Skull o autores como Stan Lee, Jack Kirby, George Perez, Kurt Busiek, John Buscema, Geoff Johns, Brian Michael Bendis. Aunando un conocimiento del sense of wonder clásico del mundo del cómic y una manera de hacer cine que recuerda a las mejores obras comerciales del añorado Hollywood de los años 80.




Más allá de una historia adictiva, unos personajes reconocibles para neófitos del noveno arte y para aquellos que se criaron con su aventuras en papel, más allá de un director que ha obrado con cariño, profesionalidad, y templanza, más allá de momentos para el recuerdo, un diseño de producción mastodóntico, batallas impresionantes, de ser un regalo para millones de personas y ya dejando un poco de lado mi afición (o más bien pasión) por el mundo del cómic y ciñénadome a mi otro trozo de vida, que es el cine, me gustaría decir que una película como Los Vengadores ha abierto una puerta, ha ofrecido una oportunidad única y posiblemente irrepetible de devolverle al cine comercial americano actual, la dignidad, el arrojo y la complicidad del espectador que esperemos que otros proyectos sepan continuar y sacarlo así del pozo de mediocridad y autocomplacencia en el que lleva años sumergido.




Ya en un plano personal sólo puedo decir que la última obra de Joss Whedon me ha devuelto algo que hacía mucho que no experimentaba. Gritar como una colegiala cuando vi quién salía en la escena secreta durante los créditos (uno de mis personajes Marvel favoritos), salir completamente ilusionado del cine, terminar de ver una película y sentir unas imperiosas ganas de quedarme a la siguiente sesión para disfrutarla otra vez, hacerme soñar a la noche siguiente que surcaba los aires entre relámpagos con Mjolnir en mis manos y sobre todo y más importante, sentir unas imperiosas ganas de coger uno de mis cómic sobre los personajes y releerlo. Porque como ya sabéis, vengador una vez, vengador siempre. Nos veremos en la secuela.



jueves, 26 de abril de 2012

Paranormal Activity 3, child's play



Título Original Paranormal Activity 3 (2011)
Director Henry Joost, Ariel Schulman
Guión Christopher B. Landon, Michael R. Perry basado en personajes de Oren Peli
Actores Christopher Nicholas Smith, Lauren Bittner, Chloe Sengery, Jessica Tayler Brown, Dustin Ingram, Katie Featherston, Sprague Grayden, Brian Boland




Tercer entrega de la saga cinematográfica de terror iniciada por el director Oren Peli que con un presupuesto exiguo y una trama localizada en la casa de una pareja en la que sucedían fenómenos extraños grabados por el novio llamó la atención de Steven Spielberg que decidió distribuir la cinta convirtiéndola en un éxito. La primera parte la vi en cine y me pareció un ejercicio de mediocridad digno de un vídeo de comunión cutre. La segunda la vi en el calor del hogar y de noche (no lo neguemos, el marco icomparable para ver este tipo de cintas) y me agradó considerablemente más que el anterior largometraje. Esta tercera estaría a un nivel un poco menor que la segunda pero sigue siendo una cinta entretenida que cumple con su humilde cometido si no contamos el monetario, claro está. Inquietar al espectador.




Durante el mes de Septiembre del año 1988 las pequeñas hermanas Katie y Kristi (protagonistas de la primera y segunda parte de la saga respectivamente) viven en un chalet con su madre y su padrastro. Él es un editor de vídeos de bodas al que le gusta grabar con su cámara su vida diaría con su mujer y sus hijastras. Una noche después de un terremoto la pequeña Kristi comienza a hablar con un tal Toby que en principio parece ser una amigo imaginario de la niña. En el momento en el que Toby hace aparición en escena una serie de sucesos extraños comienzan a tener lugar en la casa y las cámaras de Dennis darán testimonio gráfico de ello. Todo parece estar relacionado con las dos niñas y  un terrible secreto que finalmente será descubierto.




A estas alturas de la saga la temática ya la conocemos, el factor sorpresa ha desaparecido y los directores y guionistas de Paranormal Activity 3 son conscientes de que conceptualmente tienen poco nuevo que ofrecernos. Pero saben utilizar las herramientas que la franquicia ha puesto a su disposición y consiguen tensar ese suspense de largos planos fijos en la nocturnidad en los que el espectador espera que acontezca algo inusual que le ponga erizada la piel y a fe mía que en un par de ocasiones lo consiguen. Sobre todo al añadir algunas ideas nuevas bastante interesantes.




Para empezar la presencia de niños pequeños, concretamente dos crías que pululan de madrugada por la casa con pelo largo y camisón blanco, un tópico que curiosamente funciona al 100%. También hay que añadir la posiblemente más acertada novedad estética del film como es esa cámara oscilante situada en un ventilador que hace un barrido lateral y que los directores utilizan con mucha inventiva como se puede ver en escenas como la de la sábana con la niñera, la de la lámpara que explota o la de los muebles de la cocina.




Luego ya tenemos las señas de identidad de la franquicia que son marca de la casa. Lámparas que se agitan por la noche, personajes que se quedan más de una hora en pie mirando a sus familiares dormir plácidamente, muebles moviéndose violentamente por todo el inmueble, un lugar concreto del hogar en el que habita el ser paranormal (en este caso una pequeña puerta que da a un escondrijo en la habitación de las niñas) o un personaje que ni aún viendo a la muerte delante de su cara deja de grabar con su cámara lo que sucede, excusa narrativa poco creíble pero necesaria para la misma existencia de la película.




Por el camino los directores hacen guiños a La Semilla del Diablo (la cuna y el embarazo del prólogo, la atípica reunión del final, el altar) a Poltergeist (los padres fumando maria en la cama, la televisión con la emisión en estática, los sucesos en la cocina) y hasta a la cinta que es casi el referente directo de toda la saga, El Proyecto de la Bruja de Blair (las niñas en el patio durmiendo en la tienda de campaña y sobre todo el pasaje final que cierra la cinta) convirtiendo el film, también, en un homenaje a obras  icónicas dentro del género de terror.




La verdad es que viendo Paranormal Activiy 3 en parte comprendo la consecución indiscriminada de secuelas dentro de esta saga. La producción debe ser irrisoria, no hay necesidad de alardes, las cámaras son estáticas e incluso a veces las llevan los mismo actores y sólo la inclusión de algún efecto digital puntual puede dar algo más de trabajo. Pero teniendo en cuenta lo poco que debe costar llevar a cabo una entrega de estos films y lo que recaudan posteriormente en taquilla estoy convencido de que si los productores quieren pueden hacer ocho entregas fácilmente, aunque quemen la fórmula y la calidad se resienta, peor que con la franquicia Saw no puede salir el invento.




Esta tercera entrega (que en dvd y blu ray tiene 10 minutos más de metraje que no me importaría ver más adelante) no cierra la historia, sólo le da un origen. Esa cuarta entrega que ya está en fase de pre producción tiene pinta de seguir la trama donde la dejó la segunda parte y darle fin si la buena taquilla no lo impide. Esta Paranormal Activity 3 se deja ver y consigue inquietar al espectador lo suficiente como para sentir que no ha perdido 90 miutos de su vida viéndola. Le perdonamos fallos como el desfile de tópicos o la más bien poco lograda recreación de los años 80 y nos quedamos con escenas como la de Katie y Randy jugando a Bloody Mary delante del espejo o el recorrido final de Dennis por la casa de la abuela que tiene momentos bastante logrados con aroma a cine satánico exploit de los años 70.



miércoles, 25 de abril de 2012

Las Invasiones Bárbaras, au revoir les enfants



Título Original Les Invasions Barbares (2003)
Director Denys Arcand
Guión Denys Arcand
Actores Rémy Girard, Stéphane Rousseau, Marie-Josée Croze, Dorothée Berryman, Louise Portal, Dominique Michel, Yves Jacques, Pierre Curzi, Marina Hands, Toni Cecchinato, Mitsou Gélinas, Sophie Lorain, Johanne-Marie Tremblay, Denis Bouchard, Micheline Lanctôt, Roy Dupuis



Diecisiete años después del éxito de El Declive del Imperio Americano el director quebequés Denys Arcand decidió retomar la vida de los personajes que protagonizaron aquella producción de 1986 en Las Invasiones Bárbaras, secuela estrenada en 2003 que confirmó a su director como un cineasta internacional de considerable talento y sensibilidad, dándole a conocer también en España a pesar de llevar a sus espaldas una extensa carrera como director que comenzó en el ya lejano 1973 con su ópera prima, Réjeanne Padovani.




Rémy se encuentra en la cincuentena y sufre un cáncer en estado bastante avanzado. Los problemas para aceptar su condición actual y el poco tiempo de vida que le queda se unen a la relación distante con su hijo Sébastien que abandona temporalmente una exitosa vida personal y profesional en Londres para pasar con su padre sus últimos momentos. A pesar de la tozudez de Rémy su primogénito tratará por todos los medios que la despedida de su progenitor sea lo más agradable posible y para ello realizará actos que van desde proporcionarle estupefacientes para que atenúe los dolores que sufre hasta a reunir a sus viejos amigos para que puedan despedirse de él.




Maravillosa tragicomedia con la que Arcand consigue aumentar todas las virtudes de El Declive del Imperio Americano cuando decide introducir en la trama la próxima muerte del que fuera (en mayor o menor medida) el protagonista de aquella cinta coral de 1986. El realizador canadiense acierta de pleno al mostrar el paso de los años a través de esos personajes que vimos hace casi 20 años en la cuarentena debatir sobre amor, sexo e infidelidades y que ahora se han acomodado totalmente sobre todo en el plano sentimental, sobreviviendo con lo puesto y sin mayores aspiraciones.




Las conversaciones que en El Declive del Imperio Americano se centraban en las relaciones sexuales, el adulterio o la reivindicación de ciertas corrientes intelectuales que eran compartidas por los protagonistas dejan lugar al desencanto, el descreimiento condescendiente, la asexualidad y al conservadurismo que va ganado con el paso de los años terreno a la progresía de aquellos que en su momento levantaron el puño contra un sistema al que finalmente se han entregado con los brazos abiertos sin apenas rechistar por comodidad o decepción.




Las Invasiones Bárbaras es una obra llena de aciertos, uno de los mayores es lo bien perfilada que está la personalidad de Rémy, ese entrañable socialista de mente bastante cerrada que echa de menos una existencia que expirimió al máximo y que vivió intensamente, que mira por encima del hombro a su conservador hijo por no haberse entregado a la intelectualidad que él devoraba en su juventud y que echa de menos a su hija que navega en un velero por aguas del Océano Pacífico y que al no poder asistir a sus últimas horas le manda vídeos por medio de web cam para despedirse, siendo el segundo y último de ellos uno de los momentos álgidos de la historia.




También hay sabiduría en como se aborda la relación de Rémy con su hijo Sébastien o cómo un hombre y un hijo que aún habiendo compartido años de vida no se conocían el uno al otro más allá de la superficie acaban siendo almas gemelas antes de que el padre exhale su último aliento. El director y guionista con una sensibilidad sincerísima nos muestra que al final ambos son completamente iguales y que de la misma manera que Sébastian hace lo imposible porque su padre disfrute de sus últimos momentos de vida Rémy haría lo propio si los roles estuvieran cambiados. La conversación final entre los dos personajes me parece uno de los momentos cinematográficos más elegantemente emotivos que he visto en mucho tiempo y hay incluso una frase que Rémy le dice a su hijo que me llegó especialmente.




Arcand toca varios temas en el largometraje y no todos con la misma sutilidad y acierto que el central, el de la despedida de Rémy de sus amigos y allegados. El director de La Edad de la Ignorancia (L'Age de les Ténèbres) carga sus tintas contra la sanidad pública (gran acierto que el travelling enorme que abría El Declive del Imperio Americano por el enorme pasillo vacío de un gimnasio sea sustituido aquí por uno en un hospital atestado de enfermos en sus camas) los sindicatos o los agentes de la ley de manera simpática pero un tanto gruesa o estereotipada, pero se le perdona porque todo es un complemento humorístico para contrarrestar la dureza de la historia de Rémy y porque por el camino muestra una interesante disertación sobre las ventajas e incovenientes del uso de sustancias ilegales con fines terapéuticos o la aplicación de la eutanasia.




Finalmente somos testigos de como al bueno de Rémy sentado en su hamaca le llega el inevitable momento del adiós en aquel chalet que compartió con familiares, concubinas y amigos y rodeado de los que él considera su familia. Pierre el amante de jovencitas, Claude el comprensivo homosexual, sus amantes Dominique y Diane o la hija de esta, Nathalie, personaje clave en la trama que consigue estrechar lazos que están apunto de ir más allá de la amistad con Sébastian, ese hijo recuperado que ha dado todo por su padre o Louise, la mujer de su vida, aquella que sufrió por él en El Declive del Imperio Americano y que a pesar de ello nunca lo abandonó.




Los últimos momentos de Las Invasiones Bárbaras son una oda a las ganas de vivir, a aprovechar todos y cada uno de los días de nuestra existencia. A pesar de la tristeza de la despedida una maravillosa sensación de vitalidad invade a un espectador que parece haber compartido los peores y mejores momentos del trayecto vital de un grupo de personas que hemos sido o seremos en algún momento de nuestra vida. Desde aquí me quito el sombrero en honor al señor Denys Arcand por haber parido este humilde pero inolvidable trozo de humanidad hecho de celuloide que a mí al menos no se me olvidará nunca.


El Declive del Imperio Americano, protégera nos foyers et nos droits



Título Original Le Déclin de L'empiere Américain (1986)
Director Denys Arcand
Guionista Denys Arcand
Actores Dominique Michel, Dorothée Berryman, Louise Portal, Geneviève Rioux, Pierre Curzi, Rémy Girard, Yves Jacques, Daniel Brière




Quinto largometraje detrás de las cámaras del director canadiense Denys Arcand. Autor que curiosamente aquí en España se hizo famoso como cineasta tras el éxito de Las Invasiones Bárbaras, tardía (y superior) secuela de esta El Declive del Imperio Americano que nos ocupa. Cinta de 1986 que supuso uno de los mayores éxitos del cine de Canadá durante los años 80 y que estuvo incluso nominada al Oscar a la película de habla no inglesa, perdiendo en favor de la hoy bastante olvidada cinta holandesa El Asalto del realizador Fons Rademaker.




Un grupo de amigos de mediana edad residentes en Montreal debaten en un chalet sobre su vida sexual y sentimental jactándose de los escarceos amorosos que tienen extramaritalmente y aireando qué es lo que no funciona con sus respectivas parejas. Mientras las mujeres de ellos hacen lo propio en un gimnasio hablando de sus experiencias que van desde orgías, locales para swingers o sadomasoquismo, sacando a la luz las bajezas de sus maridos. Mas tarde hombres y mujeres se reunirán en el chalet para comer juntos y pasar el resto del día charlando y confesando algunos secretos ocultos que harán mella en el grupo de amigos.




Retrato de una cierta sociedad burguesa del Montreal de los años 80 marcada a fuego por la ideología del Mayo del 68 francés, El Declive del Imperio Americano es un tratado sobre la hipocresía social y sentimental en la que estaban (y siguen estando los de la actualidad) los cuarentones canadienses que llevados por el aburrimiento y la comodidad habían caído en una rutina marital de la que sólo podían escapar por medio del adulterio. Individuos de un nivel intelectual considerable que aún sabiendo disertar con bastante raciocinio sobre política o filosofía a la hora de la verdad se veían controlados por sus más bajos instintos cuando se encontraban delante una jovencita (o jovencito, en el caso de Claude) de buen ver que accedía a mantener relaciones sexuales con ellos.




Arcand acierta a la hora de retratar tanto a hombres como mujeres y no duda en mostrar en pantalla los excesos tanto de unos y otras sin importar el género. Pero se deja lo mejor para la recta final cuando "varones" y "hembras" comparten escenas y comienza no tanto la guerra de sexos como la de egos. Ahí es cuando el quebequés nos deja ver la hipocresía el egoísmo y la dudosa moralidad de una sociedad centrada en el yo. Que detrás de cenas, buenos vinos y citas de Sartre sólo hay un grupo de personas hastiadas de su vida que necesitan una vía de escape que en la mayoría de las ocasiones es de carácter sexual




No es difícil ver la influencia de Claude Chabrol a lo largo de todo el metraje o las magníficas dotes para la dirección de actores y el hallazgo de que por medio de un tono cercano y cálido el director de Jesús de Montreal ejerza de entomólogo que consigue diseccionar a una generación o clase social a la que él mismo pertenece y que va adentrándose en cierto tono de pesimismo (en el que estarán todos los personajes sumergidos en Las Invasiones Bárbaras) que sólo hace que salgan a la luz sus complejos, miedos y prejuicios que son muchos más de los que ellos piensan.




El Declive del Imperio Americano es una interesante cinta que mezcla con inteligencia el humor con el drama, el despotismo con la bondad, las ganas de vivir con el desencanto y que finalmente sirve para retratar a un grupo de personas que más allá de rencillas, infidelidades, secretos a gritos y pueriles rivalidades de corte intelectual comparten un verdadero sentimiento de amistad que los convierte, más que en un grupo de allegados, en una verdadera familia. Pero eso queda mucho mejor retratado y expuesto en esa secuela llamada Las Invasiones Bárbaras que supera considerablemente a esta primera entrega y que comentaré en la siguiente entrada.



martes, 24 de abril de 2012

Defendor, hero of the day



Título Original Defendor (2009)
Director Peter Stebbings
Guionista Peter Stebbings
Actores Woody Harrelson, Kat Dennings, Elias Koteas, Michael Kelly, Sandra Oh, Lisa Ray, Kristin Booth, Charlotte Sullivan, Dakota Goyo, John Paul Ruttan



Debut en la dirección cinematográfica del actor canadiense Peter Stebbings, conocido (de manera bastante moderada, todo hay que decirlo) por intervenir en producciones para la gran pantalla como K-19: The Widowmaker de Kathryn Bigelow, Immortals de Tarsem Singh o en series televisivas como Expediente X, Más Allá del Límite o Cazatesoros. Defendor es una algo atípica mezcolanza de géneros e ideas conceptuales que finalmente se muestra como un interesante trabajo con algunos encomiables aciertos.




Arthur Poppington (Woody Harrelson), un obrero con cierta deficiencia mental que trabaja en la ciudad canadiense de Ontario es detenido por agresión. Una psiquiatra (Sandra Oh) tratará de evaluar el estado psicológico de Arthur y en las sesiones que compartirán como médico y paciente él le hablará de su doble vida como Defendor, un superhéroe que cuando cae la noche recorre las calles par dar su merecido a los criminales y cómo el hecho de conocer a una joven prostituta llamada Kat (Kat Dennings) le cambió la vida.




Defendor es una interesante mixtura de distinto tipo de cine, que mezcla el drama, la comedia, el policiaco, la crítica social y el celuloide superheróico para parir una rara avis rodeada de una acertada atmósfera de laconismo que se acerca a un tono realista y urbano que hace que el film no esté estrictamente encorsetado en los largometrajes de personajes pijameros y pueda coquetear, como ya he mencionado, con otro tipo de narraciones cinematográficas de un tono más naturalista o cercano.




En mi opinión la idea de guión que expone que el protagonista quiera convertirse en un superhéroe por mucho que sea el exoesqueleto de la historia y su núcleo argumental no deja de ser una excusa para enfatizar el carácter de noble ser humano y buena persona que guarda en su propia psique Arthur. La naturaleza altruista del vigilante enmascarado puede servir más como una hiperbolización del entrañable carácter naïf del personaje de Woody Harrelson que un verdadero homenaje al mundo de los cómics y los seres que habitan sus historias.




Arthur es como un niño en el cuerpo de un cuarentón, un ser de corazón puro que traumatizado por la desaparición de su madre se sumergió en el mundo de los cómics y los superhéroes para evadirse de una cruda realidad en la que no se siente él mismo. Defendor da rienda suelta y libertad a su verdadera personalidad, la de una persona con problemas mentales que se ofrece para ayudar a los inocentes e impartir justicia para mejorar la ciudad en la que vive. En resumidas cuentas, su comportamiento es como el de una especie de Forrest Gump con corazón de héroe de cómic.




Hay un interesante halo de tristeza y desencanto recorriendo todo el metraje de Defendor que nos recuerda que en este mundo los superhéroes no tienen cabida y que anula completamente cualquier intento de transmitir épica (esa que, de manera equívoca, tenía la adaptación cinematográfica de Kick-Ass, ya que el cómic original de Mark Millar y John Romita Jr adolecía de ella) poniéndonos los pies en la tierra y mostrándonos que la noche canadiense está gobernada por mafiosos, narcotraficantes y policías corruptos que campan a sus anchas.




Woody Harrelson borda su labor dando vida al inocente y dedicado Arthur. Sus técnicas de combate como Defendor son descacharrantes (canicas, un bate, avispas) aunque los momentos en los que va de paisano son en los que más ternura transmite, sobre todo en los pasajes en los que comparte plano con una Kat Dennings bastante creíble como prostituta que al final acaba encariñándose del protagonista. Magnífico Elias Koteas como policía corrupto (este actor es una debilidad mía como habréis podido leer en varias entradas de este blog) y muy solventes Michael Kelly como Paul, el mejor amigo y casi padre de Arthur y Sandra Oh como la comprensiva psiquiatra.




Defendor no es una gran obra, pero es interesante y recuperable por varios motivos. Por realmente ser un drama con toques sociales que utiliza el género superheróico para contar una historia sobre un pobre buen hombre que no tenía cabida en una sociedad podrida como la occidental, por el tono clásico y nada efectista de su realización que exhala un entrañable olor a serie B, por unos actores que se toman en serio el trabajo que hacen y por ese mensaje final que nos transmite que a pesar de que los llamados héroes no tienen nada que hacer contra la maldad de los hombres siempre nos dejarán una luz de esperanza o un legado de inspiración para ser mejores personas. Larga vida a Defendor, el héroe que todos deberíamos llevar dentro.