viernes, 24 de febrero de 2012

The Artist




Título Original The Artist (2011)
Director Michel Hazanavicius
Guión Michel Hazanavicius
Actores Jean Dujardin, Bérénice Bejo, James Cromwell, John Goodman, Penelope Ann Miller, Missi Pyler, Malcolm McDowell, Joel Murray, Ed Lauter, Beth Grant, Bitsie Tulloch, Ken Davitian




Tras su debut en el mundo del largometraje con Mes Amis en 1999 y dos films que parodiaban el universo de James Bond (cintas en las que ya hacía acto de presencia su actor fetiche Jean Dujardin) OSS 117: El Cairo Nido de Espías y OSS 117: Perdido en Río, el cineasta francés Michel Hazanavicius ha tocado el cielo y saboreado las mieles del éxito a nivel internacional con su cuarta cinta, The Artist. Trabajo que ha supuesto un éxito total desde que se estrenara en el festival de Cannes del año 2011 y que tuvo su broche de oro el pasado Domingo cuando se llevó 5 de los Oscars a los que estaba nominada, entre ellos mejor película, mejor director y mejor actor.




Año 1927. George Valentin es un exitoso actor de cine mudo en Estados Unidos, un galán que se mueve como pez en el agua en el mundo de un séptimo arte que por aquel entonces daba sus primeros pasos como medio. Dos hechos importantes trastocarán su existencia llena de éxito profesional. La llegada del cine sonoro que le hará replantearse su vida como actor y por otro lado conocer a la primeriza actriz Peppy Miller de la que se enamorará cuando ambos trabajen juntos en uno de los films protagonizados por George. A partir de aquí algunos spoilers.




The Artist es bastante más que una cinta que homenajea al cine mudo. Es la recreación de una época y de una manera de ver el mundo mediante un proyector. El film de Hazanavicious tiene muchas capas y a pesar de que todas ellas están ideadas desde el punto de vista de la sencillez no por ello el mensaje del largometraje deja de tener un trasfondo interesante, acertado y rotundamente coherente. Además, por medio del mismo el director se permite reverenciar al séptimo arte más clasicista.




Esta producción más que un homenaje al cine silente, es una reflexión sobre la desaparición del mismo o más bien, la llegada del sonoro. George Valentin (apellido que nos remite a uno de los míticos actores del cine de aquella época, Rodolfo Valentino) es la representación de una manera de ver el séptimo arte y el espectáculo como medio de vida. Un hombre que no acepta las nuevas tecnologías en el que es su oficio, por miedo, orgullo o desconocimiento. Él es una muestra de esos artistas de fuerte personalidad y profesionalidad intachable que no quieren perder su esencia como iconos de la cultura de masas.




Entre ese choque entre el talante conservador del protagonista y el progreso representado por el cine sonoro yace la reflexión más interesante de The Artist. Ni Valentin debe hacer prevalecer su rechazo por lo nuevo, ni las películas sonoras (que de una manera u otra representan esa tecnoligización que esta hiriendo de muerte al cine actual) deben triunfar sobre el protagonista y dejarlo en el olvido (la referencias a El Crepúsculo de los Dioses son claras y el plano en el que George grita a su propia sombra es una referencia casi directa al pasaje más célebre del film de Billy Wilder). La convivencia armónica entre esas dos maneras de ver el cine es el único camino que lleva al éxito y así nos lo hace ver el final del largometraje.




Por eso The Artist juega a placer no sólo con el clasicismo entendido como género o a las referencias cinematográficas al Hollywood dorado (las hay claras hacia Vértigo, Ciudadano Kane o las obras de Charles Chaplin) sino también con el metalenguaje o los juegos de espejos. Ya que el hecho de que una película muda retrate la llegada del cine sonoro es un acierto que se mueve entre el sincero homenaje y la referencia profética del cine como medio creador de magia y mundos de ensueño en los que sumergir al espectador.




Hay momentos brillantes en The Artist que apelan a la comedia física, a las dotes corporales de sus actores y que nos remiten a Buster Keaton, Laurel y Hardy o al ya mencionado Chaplin. Peppy metiendo su mano en la chaqueta de George para simular que él la abraza, todas las birllantes intervenciones del perro junto al protagonista, las escenas de baile, las de los estrenos a los que asiste Valentin eclipsando a sus compañeros de reparto o cuando posa delante de los fotógrafos para ser retratado en los periódicos nacionales.




Pero en los pasajes dramáticos y de decadencia de Valentin pueden verse los momentos más memorables de la película. El protagonista derramando la copa en el reflejo de su rostro en la mesa de cristal, cuando descubre la habitación secreta de Peppy y su reacción ante tal hecho, el momento del incendio en su apartamente tras el ataque de ira en el que destruye las películas que protagonizó (renunciando a sus pasado cuando se enfrenta a su presente), su melancólica asistencia al poco concurrido estreno de sus film como actor, productor y director Tears of Love o el poderosísimo pasaje del sueño con sonido.




Sería injusto no mencionar la mastodóntica labor del actor francés Jean Dujardin en el rol de George Valentin. El protagonista de The Artist es una amalgama de varios galanes del Hollywood dorado. No es difícil ver en su magnífica composición maneras y movimientos de actores como Clark Gable, Cary Grant o el ya mencionado (e inevitable) Rodolfo Valentino. Su trabajo es prodigioso en lo que a su fisicidad se refiere (baila, salta, ríe e imita a su inseparable perro en momentos realmente cómicos) pero también sabe tensar el dramatismo, hacer uso de los silencios y las miradas para transmitir orgullo, amor, envidia, rechazo o indiferencia.




Los secundarios no hacen sombra al actor francés, pero sería de necios no mencionar la deliciosa labor de Bérénice Bejo como Peppy, transmitiendo candor, simpatía y bondad. También tenemos a un John Goodman como productor de cine ambicioso, a James Cromwell como Clifton, el fiel chófer de George Valentin y en un breve papel y bastante desaprovechado (ya que tiene planta ante la cámara como actor de cine mudo gracias a su contenido gestualidad, quién lo diría siendo quién es) Malcolm McDowell al que deberían de haber dado algo más de tiempo durante el metraje ya que su intervención es tan espisódica que no pasa de cameo.




The Artist de Michel Hazanavicious me ha dado todo lo que esperaba. Esta obra debería poder ser disfrutada por todo tipo de espectador, porque a pesar de ser una carta de amor a una época muy determinada del mundo del cine, en su interior atesora una oda al séptimo arte como medio en su totalidad. Aunque es cierto que aquella persona que sienta un cariño especial por unos títulos de crédito en blanco y negro, un proyector viéndose reflejado en una tela blanca y un enorme cartel de The End cerrando un largometraje, disfrutará posiblemente a muchos más niveles esta rareza tan necesaria como oportuna que nos ha devuelto después de casi cien años el material con el que están hechos los sueños.


jueves, 23 de febrero de 2012

Johnny Guitar, sola ante el peligro




Título Original Johnny Guitar (1954)
Director Nicholas Ray
Guión Philip Yordan basado en la novela de Ray Chanslor
Actores Joan Crawford, Sterling Hayden, Scott Brady, Mercedes McCambridge, Ward Bond, Ernest Borgnine, John Carradine, Royal Dano, Ben Cooper





En 1954 y con un proyecto que tenía mucho de humilde el director Nicholas Ray estrenó uno de los más interesantes y atípicos western de la historia del cine. Un producto inusual dentro de ese género que conseguía romper algunos de los tópicos que cimentaron este tipo de films impulsados por autores como Howard Hawkes, John Ford, Samuel Fuller y que otros cineastas como Sam Peckinpah en Estados Unidos y Sergio Leone en Europa harían evolucionar en años posteriores por medio del mestizaje y la estilización.





Johnny Logan, ahora conocido como Johnny Guitar, es un antiguo pistolero que vuelve a reencontrarse con un antiguo amor, Vienna. Él enfundó el revólver y ahora vive de tocar la guitarra, ella por medio de su esfuerzo y determinación construyó un salón del que es dueña y le ayuda a ganarse la vida noblemente. La aparición en escena de la vengativa Emma Small dará pie a un malentendido que culminará en un trágico climax en el que se verán implicados Johnny, Vienna y un grupo de atracadores que regentan el local de esta última.






Ya desde el retrato de sus personajes principales un largometraje como Johnny Guitar se aleja considerablemente del western estadounidense de la época y sus constantes. Hay un tomo melancólico en todo el metraje, pero este se sustenta en los personajes de Joan Crawford y en menor medida, extraño teniendo en cuenta que es el supuesto protagonista del film, Sterling Hayden. Vienna es el opuesto de los estereotipos femeninos vistos en el western. Es una mujer independiente, hecha a sí misma y orgullosa de haber levantado ella sola su local mediante esfuerzo y determinación.






Como mujer en un terreno lleno de virilidad no está supeditada a ningún hombre (es más, ellos son empleados suyos y la admiran como patrona), no renuncia a su feminidad, posee un carácter férreo pero justo con el prójimo y a pesar de estar profundamente enamorada de Johnny Logan no dudó en vivir una sexualiad liberada tras la ausencia de su ex amante, aunque nunca olvidando su imagen y buscándolo como hombre en los brazos de otros individuos.





Incluso podríamos proclamar sin duda alguna que en la magnífica escena de declaración de amor entre los dos protagonistas la que lleva la batuta en la relación es la misma Vienna, desarrollando así una perspectiva y visión más realista, en contraposición a la idealista de Johnny queriendo que ella le afirme haberlo estado esperando siempre o que nunca dejó de amarle, mostrándose también aquí un personaje masculino bastante inusual para el western por dejarse llevar por los sentimientos de manera bastante explícita.





Nicholas Ray llena el film de elegancia y fuerza por medio de situaciones, palabras o miradas. La relación amorosa de los protagonistas está llevada con acierto, no es sensiblera, muestra pasionalidad sin necesidad de caer en clichés y por medio de sutiles matices se percibe creíble, sólida y como el mayor acierto del largometraje. A ello también ayudan los excelentes papeles, no sólo de un grupo de secundarios formado por una rencorosa Mercedes McCambridge, el traicionaero Ernest Borgnine o los fieles John Carradine y Royal Dano, sino también los dos protagonistas que llevan todo el peso de la historia sobre sus hombros.





Joan Crawford se metió en la piel de Vienna con una profesionalidad intachable. Sólo con su mirada consigue transmitir la fuerza, predisposición y honradez que su rol exige y logra hacerse completamente con la película. Aunque no le va a la zaga Sterling Hayden como Johnny, actor corpulento de voz profunda que retrata con su papel algunas de las características clásicas de los hombres en el western (fuertes, feos, formales) pero añadiéndole un matiz de sensibilidad que. como ya hemos apuntado, no era demasiado común por aquel entonces dentro de los largometrajes adscritos a este género.






Johnny Guitar es tanto un clásico como una rareza dentro y fuera de su género. Una obra que coge el western para reinventarlo y reformularlo y realmente contarnos una interesante historia de amor que va más allá del tipo de largometraje al que se adscribe y que nos recuerda a una manera distinta de hacer cine, más sencilla, modesta y paradójicamente exitosa para con un espectador que la ha puesto con el paso del tiempo en el lugar que se merece.



Regenerando: La Imagen de la Mujer en la publicidad, el cine, los videojuegos y el cómic


El pasado día 21 asistí como invitado a estas jornadas sobre la imagen de la mujer que tuvieron lugar en Zaragoza. Ese día en concreto lo dedicamos a analizar la imagen de la mujer en distintos medios como el cómic americano, la publicidad, el manga o los videojuegos. A mí me asignaron hablar sobre cine y los distintos tipos de estereotipos de mujer que el séptimo arte ha ido ofreciendo a lo largo de su historia.



Mis compañeros y un servidor a la derecha de la imagen


Mis acompañantes plantearon ideas muy interesantes sobre la visión maniquéa y demasiado patriarcal que se ha dado de la mujer tanto en la publicidad como en el mundo de los cómics (sobre todo el americano muy enfocado a un público masculino) y hasta en los videojuegos, campo en el que los géneros están muy marcados y diferenciados entre hombres y mujeres. Mis tres compañeros hicieron un magnífico trabajo (especialmente interesante fue la exposición sobre el mundo del cómic americano) y yo hice lo que puede hablando de cine.




A pesar de los nervios por ser la primera que hablaba en público pude hacer una exposición medio decente. Hablé de los estereotipos de mujer desde los inicios de la historia del cine, aportando ideas sobre las femme fatale o los personajes femeninos que vivían siempre a la sombra del hombre. Comenté ciertos apuntes sobre la screwball comedy, los estereotipos de mujer en el western (aunque se me quedó en el tintero hablar de como Johnny Guitar y el personaje de Joan Crawford rompieron muchos de ellos). Hablé de Armas de Mujer y los 80, que vendían un cine femenino que a pesar de ser un paso adelante vendía una realidad demasiado idealizada sobre la vida y el mundo de las finanzas.



Panorámica del local, que está situado en la magnífica librería y centro social La Pantera Rossa

Luego en los años 90 me metí en terrenos que dieron pie a mucho debate, mi intención en gran parte era esa. Hablé de Instinto Básico y la imagen perfeccionada que da sobre la femme fatale clásica de Hollywood y de como en esa cinta existe una interesante supremacía de la mujer (el personaje Catherine Tremmell interpretado por Sharon Stone) sobre el resto de personajes masculinos, incluido el de Michael Douglas. Gracias a comentar una película tan controvertida como esta di pie al diálogo o a distintas opiniones y con ello puede cumplir un sueño por mi parte, poder hablar de la obra de Paul Verhoeven (incidiendo en su reivindicable y poco conocida etapa holandesa) que es un director al que profeso una especial admiración.




También hablé de Ridley Scott haciendo una comparativa entre la imagen de la mujer que nos ofreció en la memorable Thelma & Louise y en las antípodas de esta la que nos regaló con la terrible La Teniente O'Neill . Comenté como la primera cinta reivindicaba un punto de vista de la mujer en el que la misma se enorgullecía de su feminidad de su naturaleza de mujer y no renunciaba a ella hasta extremos trágicos. En cambio en la cinta protagonizada por Demi Moore la mujer renegaba de su esencia para convertirse en un "hombre en un mundo de hombres" anulando todo lo que la hace única para ponerse a la altura de sus compañero de barracón, mostrando el producto muchos complejos con respecto a la diferencición de géneros (la escena de "Chúpeme la polla" sigue produciéndome sonrojo cuando la veo) y una visión antagónica de la que se dio en Thelma & Louise, mucho más rica e interesante.




Por último expuse ideas de la imagen de la mujer en el cine español durante el franquismo, del estereotipo muy marcado que daba de ella mostrándola como persona cuya única misión era casarse, tener hijos y formar una familia, sin aspirar a nada más y siempre abocada a una esfera privada a la sombra del hombre. También reivindiqué la obra e imagen de la directora española Pilar Miró, mencioné algunas de sus obras clave como El Crimen de Cuenca, Gary Cooper que Estás en los Cielos y El Perro del Hortelano. Para cerrar mencioné a las herederas espirituales de esta autora (Gracia Querejeta, Iciar Bollaín, Patricia Ferreira, Isabel Coixet) y reivindiqué un cine realizado por mujeres que no se vea en la necesidad de ser masculinizado para llegar a las masas.




La verdad es que ha sido una experiencia enriquecedora. No sólo el hablar en público de mi pasión sino también el hecho de que haya gente que depositara su confianza en mí y en mis humildes conocimientos para sacar adelante esta exposición en la que he puesto muchas ganas e ilusión y que en próximas ocasiones intentaré mejorar en todos los sentidos posibles. Cuando me mezcle en otro asunto de este tipo seguramente avisaré previamente por aquí, si esta vez no lo he hecho es porque era la primera vez que lo hacía y ya bastante nervioso estaba como para publicitar demasiado el evento. Espero sepáis disculparme.



domingo, 12 de febrero de 2012

J.Edgar




Título Original J. Edgar (2011)
Director Clint Eastwood
Guión Dustin Lance Black
Actores Leonardo DiCaprio, Naomi Watts, Josh Lucas, Judi Dench, Armie Hammer, Ed Westwick, Dermot Mulroney, Lea Thompson, Jeffrey Donovan, Michael Gladis, Stephen Root





Valiente, ambicioso, complicado en más sentidos de los que se pueda imaginar y casi perfecto biopic por parte de Clint Eastwood del infame John Edgar Hoover, fundador del FBI, la oficina federal de investigación de los Estados Unidos. Un hombre con muchas sombras y pocas luces que se expuso ante la opinión pública como la muestra más fehaciente de la corrupción social y moral a la que puede abocar al ser humano el poder y la ambición. Monstruo de la guerra fría, obsesionado con una supuesta invasión comunista a Estados Unidos y con la delincuencia que también consiguió algunos notables avances dentro del mundo de la investigación policial.




A pesar de la dificultad que implican las numerosas aristas de una personalidad como la de Hoover éramos varios los que confiábamos en Eastwood, ya que en los a finales de los 80 y principios de los 90 demostró ser un autor de biopics poco común, temerario y bastante atípico. En 1990 rodó Cazador Blanco, Corazón Negro que narraba los avatares que sufrió el cineasta norteamericano John Huston durante el rodaje de su sobrevalorada La Reina de África. Pero si un servidor tenía puestas sus esperanzas en Eastwood era porque aquella Bird de 1988 que hablaba de la vida, milagros y miserias del saxofonista Charlie Parker y que era una de las mejores incursiones cinematográficas sobre un personaje real que se han visto en la historia del séptimo arte.




El director de Mystic River se alejó con Bird de esos biopics tan propios de Hollywood cortados (casi) todos por el mismo patrón y con estructura similar. Origen humilde, primeras muestras de talento, llegada gradual del éxito, encumbramiento profesional, calvario (aquí entran desde problemas de adicciones hasta familiares), caída en el olvido y redención final. La cinta protagonizada por un inmenso Forest Whitaker se alejaba de esta construcción argumental y en ella Eastwood desde el primer minuto hasta el último no dejaba de jugar con la dicotomía de el que fuera uno de los pioneros del estilo bebop dentro del jazz, mostrándolo como un genio por un lado pero también como una persona con muchas sombras y demonios interiores que le acompañaron hasta el final de sus días.




J. Edgar no llega a cotas fílmicas o artísticas tan altas como las de Bird, pero en ella Eastwood vuelve a a abordar la vida un personaje real alejándose de terrenos mil veces transitados, sectarismos o sensiblería barata. De la misma manera que hiciera Oliver Stone en su mastodóntica, infravalorada y muy recuperable Nixon el protagonista de Por Un Puñado de Dólares decide exponer en pantalla todo lo bueno y lo malo que rodeó a la personalidad del fundador del F.B.I pero siempre con la encomiable intención de humanizarlo y alejarlo de la imagen de fiera inhumana que tenía de cara a la opinión pública. A partir de aquí incluyo algunos spoilers.




La última cinta de Clint Eastwood nos narra la vida de John Edgar Hoover desde su infancia hasta su fallecimiento. Ya desde los primeros compases del largometraje descubriremos que el protagonista era un hombre ambicioso, ferreo y obsesivo en el plano profesional pero un individio asocial, tímido y hasta entrañable en el sentimental (excelente el pasaje en el que es rechazado por su fiel secretaria Helen Gandy, que interpreta con acierto una notable Naomi Watts). En su forma de ser a nivel general influía notablemente Anne Mary Hoover (una magnífica Judi Dench, muy en su línea) su madre. Mujer conservadora, de fuerte carácter que controlaba a su hijo como un pelele y catalizadora de muchas de las decisiones que el propio J.Edgar tomaba en su vida.




Pero el mayor acierto del film y que un servidor no se esperaba de Clint Eastwood es la elegancia y la profesionalidad con la que trata el tema de la posible homosexualidad de Hoover y su más que probable relación sentimental con su ayudante y mano derecha Clyde Tolson (personificado por un acertadamente ambiguo Armie Hammer que sólo renquea en los pasajes de su vejez, pero por un motivo que comentaré más tarde). El autor de Un Mundo Perfecto siempre tuvo fama de hombre conservador (fue militante republicano y amigo cercano de varios de los candidatos presidenciales pertenecientes a ese partido) por eso cuando vi en su momento aquella rareza de magnífico acabado titulada Medianoche en el jardín del Bien y del Mal y el acercamiento como de pasada y sin querer ahondar mucho en la homosexualidad de los personajes de Kevin Spacey y Jude Law pensé que no se encontraba a gusto hablando de este tipo de roles.




Por eso sorprende la naturalidad con la que el director aborda el tema de las relaciones gay en J.Edgar. Metiéndose en terrenos complicados con pasajes como el de los comentarios homófobos de la madre Hoover sobre preferir un hijo muerto antes que uno "mariposón" o la genial escena que podía haber quedado en un pasaje terriblemente ridículo del protagonista vistiéndose con las ropas de su madre entre lágrimas tras al fallecimiento de la misma. Incluso la escena de la pelea entre Hoover y Tolson se puede considerar uno de los pasajes más interesantes y poderosos del film y eso que no deja de ser una riña de pareja no consumada. No es de extrañar que el guión del film venga firmado por Dustin Lance Black autor que ganara hace un par de años el Oscar por su soberbio trabajo en otro biopic a recuperar, Mi Nombre es Harvey Milk de Gus Van Sant, que también trataba con mucho acierto el tema de la homosexualidad.




Pero en ningún momento dejan Eastwood o Black el entramado político y social en el que se vio envuelto Hoover desde que subiera escalafones hasta llegar a ser la cabeza visible del F.B.I. Por medio de flashbacks insertados sabiamente con la excusa de que el protagonista se los narra a sus secretarios el guión tiene a bien incidir en temas interesantes como el caso del secuestro del hijo de Charles Lindberg que obsesionó a Hoover durante años, la época de la ley seca, su obcecada lucha contra el crimen y el comunismo y sus relaciones más bien complicadas y llenas de aristas con los siete presidentes (sobre todo los Kennedy) con los que tuvo relación durante sus casi 50 años de servicio en las oficina federal de investigación.




El mayor fallo de J.Edgar, posiblemente el único, es estético, pero es tan grave que por desgracia influye en el artístico. El maquillaje para envejecer a los actores es en los casos de Leonardo DiCaprio y Naomi Watts poco convincente, pero en el de Armie Hammer es tan terrible que no sólo parece salido de una de las Celebrities de nuestros amigos de La Hora Chanante es que por culpa del mismo, el dramatismo de la subtrama que tiene lugar en la actualidad (1972 en el film) se ve notablemente reducido y lastrado por un trabajo tan poco profesional de los maquilladores.




Es una pena que una escena tan poderosa como en la que Tolson recrimina a Hoover haber tergiversado muchos de los hechos históricos en los que se vio envuelto (aquí Eastwood vuelve a los terrenos de Sin Perdón y de como en la cultura norteamericana se forjan falsas leyendas exagerando o cambiando hechos históricos para su propio beneficio) se vea herida de muerte por culpa de los terribles pegotes de látex que los rostros de los actores llevan puestos y que les impiden hasta vocalicar con corrección. Muy triste, con lo sencillo que hubiera sido poner actores de la tercera edad, al menos en el caso de Hammer, ya que su caracterización facial es poco menos que para echarse las manos a la cabeza.




J.Edgar no ha tenido el éxito que se esperaba en Estados Unidos, ha sido practicamente ninguneada en los Oscar (DiCaprio merecía una nominación por su magnífico trabajo que ni siquiera el ya mencionado deficiente maquillaje consigue ocultar). Parece que como en otros casos como Alejandro Magno de Oliver Stone cuando en un film se aborda un tema como la homosexualidad cuando el espectador nortemaricano no lo espera su respuesta hacia el producto es bastante negativa más allá de los aciertos y fallos que pueda tener el largometraje. Yo estoy seguro que dentro de un tiempo J.Edgar (que finalmente nos habla de un pobre hombre que lo ganó todo pero perdió por distintos motivos el acto de amar y ser amado) será recordada como un interesante paso adelante dentro de la carrera de su autor y que posiblemente marque un punto de transición en su filmografía que esperemos nos depare más obras interesantes por muchos años.


viernes, 10 de febrero de 2012

100 razones por las que amo los tebeos


1 El indescriptible subidón que me dio cuando vi y leí por primera vez la página 1 de Watchmen
2 El Superman soviético de Superman: Hijo Rojo de Mark Millar
3 Seguir defendiendo a Jeph Loeb ante una horda de personas que lo odian, unas veces con motivo y otras sin él
4 El Punisher MAX de Garth Ennis que convirtió a un vengador justiciero en la víctima de una guerra inhumana.
5 La foto del padre de Art Spiegelman en Maus, creo que en mi vida he llorado más leyendo un cómic.
6 La integridad de Ra's Al Ghul, un villano de los de verdad.
7 La Tumba de Drácula de Marv Wolfman y Gene Colan, en su totalidad, con sus altos y sus bajos.
8 El Marqués de Sade en Los Invisibles de Grant Morrison.
9 Ver como en sólo 48 páginas Alan Moore consigue redefinir la relación Batman/Joker en la que es mi historia favorita de ambos personajes, La Broma Asesina.
10 Que en todos y cada uno de los cómics de Mortadelo y Filemón siempre hay un gag que me hace llorar de la risa.
11 La sorna de Nacho y Ricardo en Goomer.
12 Asistir a una pelea más entre los componentes del Supergrupo por el liderazgo del mismo ante la mirada atónita del pobre Super López.
13 Las primeras páginas en perspectiva cenital que abren los capítulos de Daredevil: Born Again de Frank Miller y Davd Mazzuchelli.
14 Batman llorando en Círculo Sin Fin de Kevin Smith y Walter Flanagan.
15 Dios mordiéndole un ojo a Jesse Custer en Predicador de Garth Ennis y Steve Dillon.
16 All Star Superman o la recuperación más cristalina del sense of wonder dentro del mundo del cómic actual
17 Los calzones de Fing Fang Foom.
18 Joe Kelly enviando a Masacre y Al la ciega a la colección del Spiderman dibujado por John Romita Sr. Siempre me ahogo de por culpa de la risa cuando lo leo.
19 James Gordon convenciendo a Batman para que no mate a el Joker en Batman: Silencio de Jeph Loeb y Jim Lee.
19 Los Nuevos X-Men de Grant Morrison, la mejor etapa de los mutantes desde la época de Chris Claremont y John Byrne
20 El tono clásico y atemporal de los 4 Fantásticos de Mark Waid y el tristemente desaparecido Mike Weringo.
21 Leer V de Vendetta después de haber visto la película y descubrir que volar el parlamento es sólo el principio.
22 Lobezno pidiendo venganza en las alcantarillas contra Sebastian Shaw y el Club Fuego Infernal durante La Saga del Fénix Oscuro.
24 Aceptar como lector la brutalidad como algo necesario para sobrevivir en The Walking Dead de Robert Kirkman y Charlie Adlard cuando la colección está bien avanzada y ya conocemos a Rick, sus compañeros y las circunstancias en las que se encuentran.
25 Hulk Rojo partiéndole la cara al Vigilante sin venir a cuento por obra y gracia de Jeph Loeb y Ed McGuinnes.
26 James Gordon ofreciéndole un bate a su contrincante para que tenga una oportunidad de vencerle en Batman: Año Uno de Miller y Mazzuchelli.
27 El Joker en general y el retratado por Grant Morrison en particular.
28 El mal cuerpo y la sesación de impotencia que deja la saga El Eclipse en Berserk de Kentaro Mihura.
29 Maybe Next Year de Paul Jenkins y Mark Buckingham, una de las historias más emotivas que se han escrito de Spiderman y otro de esos cómics que han conseguido que se me salten las lágrimas.
30 Gotham Central de Ed brubaker, Greg Rucka y Michael Lark, la mejor serie de los últimos tiempos sobre el universo de Batman no lo tiene a él como protagonista.
31 Crossed de Garth Ennis y Jacen Burrows y todos los límites que rebasa
32 El virtuoso feismo del trazo de Frank Quitely
33 Mary Jane diciéndole a Peter Parker que dé recuerdos a Gwen Stacy en Spiderman: Blue
34 Paul Dini escribiendo Batman, a día de hoy no hay autor en activo que lo aborde y conozca mejor que él.
35 Quedarme extasiado con el dibujo de Alex Ross, tanto como para olvidarme de leer los bocadillos.
36 Ver como Andy Abnett y Robert Lanning pueden escribir con pericia tanto a Thanos como una historia basada en las peliculas de La Matanza de Texas o como Jimmy Palmiotti y Justin Gray hacen lo propio con Power Girl o Las Colinas Tienen Ojos.
37 Los inolvidables Astonishing X-Men de Joss Whedon y John Cassaday, había mucha vida después los NXM de Morrison.
38 Warren Ellis cuando disecciona el concepto de grupo de personas con superpoderes en cualquier vertiente.
39 La composición cinematográfica clásica de la narrativa de El Largo Halloween y Victoria Oscura o lo que es lo mismo, Jeph Loeb y Tim Sale mejor que nunca como tandem.
40 La última y emocionante splash page de Joe el Bárbaro de Morrison y Murphy.
41 Cómo encoge el alma la lectura de Adolf de Osamu Tezuka, obra valiente como pocas.
42 El Libro de las Buenas Noches de Batman: ¿Qué le Sucedió al Cruzado Enmascarado? de Neil Gaiman y Andy Kubert, llanto asegurado si eres fan del personaje.
43 La poliédrica visión de Garth Ennis sobre la segunda guerra mundial en War Stories editada por Vertigo.
44 Ver a John Constantine bajar una vez más a los infiernos para investigar uno de sus casos en la colección Hellblazer.
45 Contemplar a Lobezno romper su pacto de no utilizar la violencia nunca más en El Viejo Logan de Mark Millar y Steve McNiven.
46 Pedrín llamando ¡Malandrines! a los delincuentes en Roberto Alcázar y Pedrín.
47 El enésimo intento de Obélix por engañar a Panoramix para que le dé una cucharada de la poción mágica.
48 La amiga gorda de Sisuka llamando Locoemon a Doraemon con el consiguiente enfado de este.
49 Las cuatro primeras historias de Sin City de Frank Miller
50 La etapa de Dragon Ball Z de Akira Toriyama que abarca desde la llegada de Radix a la tierra hasta la derrota de Freezer por parte de Goku en Namec.
51 El Estandarte del Cuervo, una fantasía heróica de Charles Vess que merece ser recuperada,
52 La breve pero intensa etapa de Paul Jenikns y Lenardo Manco en Werewolf By Night en los 90
53 La reformulación del origen de Batman que se marca Morrison en El Regreso de Bruce Wayne, dando una entidad a la génesis del personaje nunca antes vista.
54 Avatar Press como sello, porque el camino del exceso a veces nos lleva a lugares que merecen la pena.
55 La Conversación, otro episodio mítico de Spiderman a manos de J.M Straczynski y John Romita Jr, antes de que el Mephistazo dejara al personaje hecho unos zorros.
56 Arale tocando con una palo una caca mientras sonríe de oreja a oreja.
57 Lo que disfruté en su momento con las series limitadas de Veneno/Venom. Hoy el personaje lo tengo bastante aborrecido, pero gracias a él me metí en serio en el mundo del cómic.
58 Ver como una tira de Mafalda puede tener más carga política que obras enteras.
59 Lobezno: Origen, porque todavía se podía contar algo de verdadera calidad sobre el nacimiento del personaje.
60 El Capitán América negándose a presentarse como presidente de los Estados Unidos en la colección ochentera de Roger Stern y John Byrne.
61 Matanza Máxima, una saga nefasta a la que le tengo un cariño especial.
62 La relación de Ned Slade con su gato en El Asco de Grant Morrison y Chris Weston
63 American Vampire de Scott Snyder en general y los episodios de Stephen King en particular.
64 El Daredevil de Kevin Smith y Joe Quesada que supuso la confirmación de que el primero tiene un enorme talento para escribir cómics
65 El Doctor Muerte matando al presidente de los Estados Unidos en el primer número de Doom 2009 de Warren Ellis y Pat Broderick
66 El Capítulo Dark Moon Rise, Hell hound Kill! del Nick Fury de Jim Steranko. Una obra de arte en forma de homenaje a Arthur Conan Doyle.
67 Seguir leyendo historias de Spiderman después de aquel engendro llamado La Saga del Clon, lo que confirma mi cariño por el personaje y su universo.
68 La infructuosa pero entrañable intención de Mark Millar por insultar al lector en las últimas páginas de su divertida y malhumorada Wanted, con dibujos de un enorme J.G. Jones.
69 Toda la trama de Amadeus Arkham en Arkham Asylum de Grant Morrison y Dave McKean.
70 Las miradas al infinito de Groo, el Errante de Sergio Aragonés.
71 La saga El Señor de los Chupetes del Super López de Jan.
72 Algunas de las miniseries que Dark Horse de Predator como Guerra Fría o Race War, que merecían mucho la pena.
73 El Capitán América de Ed Burbaker que sigue inasequible al desaliento después de muchos años.
74 Las historias de Superman de Alan Moore que a pesar de que no me gustaron nada en su momento a cada relectura me parecen más buenas.
75 Los Spiderman de Stan Lee, Steve Ditko, John Romita Sr o Gil Kane, clásicos con todas las letras.
76 Los Batman de Bill Finger, Bob Kane, Steve Engelhart y Marshall Rogers , tres cuartos de lo mismo que con la razón 75
77 Guillem March, Marcos Martínez, Jesús Merino, Carlos Pacheco, Cafu, Salvador Larroca, Emma Ríos, Juan José Ryp y el resto de dibujantes españoles que triunfan en el mercado americano.
78 La presentación de Hit Girl en Kick-Ass de Mark Millar y John Romita Jr.
79 Los actuales X-Factor de Peter David, posiblemente los mejores jamás leídos.
80 The Nam y la sensibilidad que depositaron Doug Murray, Michael Golden y otros en su creación.
81 La rotunda fisicidad del Batman de Denny O'Neill y Neal Adams.
82 Ghost in the Shell de Mashamune Shirow, por mucho que uno se deje la vida leyendo notas a pie de página.
83 El Punisher de Marvel Knights de Garth Ennis y Steve Dillon con ironía y mala baba para sepultar la muralla china.
84 Thanos escrito por Jim Starlin, Ron Marz o Abnett y Lanning.
85 La divertida y adictiva simpleza conceptual y formal del The Savage Dragon de Erik Larsen.
86 Los Uncanny X-Force de Rick Remender y un Jerome Opeña sencillamente espectacular.
87 Jim Lee, porque sigue siendo uno de los dibujantes que mejor ilustra superhéroes dentro del mercado del cómic.
88 Ver una viñeta que muestre la mansión Wayne a las fueras de Gotham entre tinieblas y a ser posible con tormenta.
89 Las converaciones interiores de Masacre con sus otras dos personalidades.
90 Porque sigo soñando que me encuentro en una tienda enorme con cientos de cómics descatalogados que completan aquellas colecciones que dejé a medias hace años.
91 Mirar mi estantería y observar con satisfacción la cantidad de cómics que tengo y aún no he leído.
92 Esa sensación entre el miedo y la excitación que produce el pensar que un cómic se te puede manchar, arrugar, rajar o desencuadernar.
93 El olor del cómic recién comprado.
94 Encontrar cómics en las librerías y bibliotecas
95 Seguir comprando grapas, no todo van a ser tomos recopilatorios.
96 Que los kioskos aún tengan sus estanterías con tebeos.
97 Los coleccionables de Marvel y DC
98 Las web sobre cómics en las que hablar durante horas sobre el tema.
99 Llevar con orgullo tu cómic por la calle a pesar de las miradas de aquellos que los siguen cosiderando para críos.
100 Saber que me quedarían otras 100 razones más para seguir amándolos.

¿Y todo esto a qué viene?. A que el bueno de de Álvaro Pons ha cerrado su blog La Cárcel de Papel, uno de los mejores y más interesantes de toda la red. En dicho blog dedicó una entrada a ofrecer las 100 razones por las que amaba el mundo del cómic (a las que añadió posteriormente otras 100) y que otros compañeros blogeros decidieron tomar como ejemplo. Esta entrada sirve de humilde homenaje a Álvaro y la dedicación que le puso a La Cárcel de Papel.