viernes, 2 de septiembre de 2011

Gamer, I've got you under my skin




Título Original Gamer (2009)
Director Mark Neveldine y Brian Taylor
Guión Mark Neveldine y Brian Taylor
Actores Gerard Butler, Michael C. Hall, Alison Lohman, John Leguizamo, Amber Valletta, Aaron Yo, Logan Lerman, Kyra Sedgwick, Terry Crews, Johnny Withworth, Zoë Bell, Milo Ventimiglia






Mark Neveldine y Brian Taylor llegaron a esto del cine en el año 2006 con una cinta gamberra, violenta, espídica y frenética llamada Crank: Veneno en la Sangre. Largometraje protagonizado por Chev Chelios (Jason Statham), asesino a sueldo de poca monta que despierta una mañana descubriendo que un mafioso le ha inyectado un veneno que lo matará en el mismo momento que llegue a su corazón. Su única salida es segregar adrenalina continuamente para que tan macabro hecho no tenga lugar. Con este film divertidísimo y arrogante este tándem de realizadores empezó a ganarse fama de dúo de cineastas de mal gusto, abusando de la violencia y haciendo cine vacuo, cosa que en parte es cierta, no lo neguemos.




Para regocijo de sus fans, y también de sus detractores, en 2009 la pareja de directores rodó Crank: Alto Voltaje. Más violencia, más velocidad en todos los sentidos, más disparates pasados de rosca y mucha más diversión, como el momento combate a lo Godzilla que a un servidor hizo reír a carcajadas. La cinta empezaba justo donde acababa la primera y esta vez un mafioso chino le quitaba a Chelios su corazón para ponerle una batería que sólo funcionaba si el bueno de Chev se aplicaba descargas eléctricas en pleno pecho cada cierto tiempo. Curiosamente en ese mismo 2009 se estrenó la tercera película de Neveldine y Taylor, esta Gamer que nos ocupa.




Gamer está situada en un futuro no muy lejano en el que un genio de la informática llamado Ken Castle (Michael C.Hall) ha revolucionado el mundo de los videojuegos creando dos productos dentro de este ramo llamados Society y Slayers en los que los jugadores pueden experimentar la realidad más visceral debido a que no controlan personajes, sino a seres humanos. A actores en el primero, que viene a ser una versión de los Sims, y a condenados a la pena capital en el corredor de la muerte en el segundo, que se trataría de un émulo a los conocidos deathmatch de corte bélico en el que pueden intervenir varios jugadores online.




En éste último participa un joven jugador adolescente llamado Simon Silverton (Logan Lerman) que controla a John "Kable" Tillman (Gerard Butler) un delincuente camino de convertirse en el mejor participante de Slayers, sobreviviendo a todos los combates en los que participa y eliminando a todos sus enemigos Si consigue superar 30 misiones será absuelto de su condena y gracias a ello podrá volver con su mujer y su pequeña hija. Este es el interesante y original punto de partida del film, que a pesar de las malas críticas recibidas y lo poco que agradó a cierto sector del público a mí me enamoró desde el primer minuto.




Gamer es la primera película con ciertas pretensiones por parte de Neveldine y Taylor. La tercera cinta como directores de los norteamericanos tiene un punto de arranque muy similar al de algunas de las obras literarias que Stephen King firmara en sus inicios con el seudónimo de Richard Bachman, como la magnífica La Larga Marcha o la bastante buena, al menos hasta su recta final, El Fugitivo, que tuvo una versión cinematográfica en los 80 protagonizada por Arnold Schwarzenegger titulada The Running Man (Perseguido en España). Todo ello envuelto en un tono ácido e irónico bastante cafre, aunque no por ello exento de inteligencia.




Gamer es también una obra multirreferencial en lo que a cine de ciencia ficción se refiere, como un homenaje por parte de los directores a esos largometrajes con los que se han criado. De Robocop de Paul Verhoeven toma la crítica social y muy ácida hacia los sistemas políticos (que no sólo permiten el desarrollo de juegos en los que mueren personas como Slayers, sino que los apoyan y patrocinan), de Network de Sidney Lumet el público insensibilizado por la televisión y los videojuegos y la presencia de un grupo de rebeldes que quiere desmantelar ese sistema desde las sombras y de El Show de Truman de Peter Weir utilizar un programa catódico para llegar a millones de personas convirtiéndolas en zombies adictos. Incluso se puede ver en la estética del producto y en ciertas de sus localizaciones referencias estilísticas a Blade Runner (1982), Terminator (1984), Rollerball (1975) o 2001 Odisea del Espacio (1968) y La Naranja Mecánica (1971)




Pero ahora pasemos a hablar del plano más estrictamente cinematográfico de la cinta. Lo que más llama la atención en una producción como Gamer, aunque ya se pudo ver en cierta manera en las dos entregas de Crank, es la pericia y profesionalidad de Neveldine y Taylor a la hora de rodar escenas de acción potentes y de un acabado espectacular. Como es lógico la visión que ambos tienen del lenguaje cinematográfico es indudablemente visual, pero a los productos a los que hasta ahora han dado vida no sólo les queda bien este tipo de realización, sino que se podría decir, sin miedo a equivocarnos, que la demandan.




Los cineastas muestran lo mejor de sí mismos a la hora de ilustrar en pantalla las correrías bélicas de Kable en Slayers. Cámara al hombro, fotografía cruda y de colores fríos, que se contrapone los vivos e incluso horteras de los segmentos que tiene lugar en Society; montaje frenético y todo envuelto en pólvora, balas, sangre y vísceras. Esta violencia que en Crank 1 y 2 era más bien gratuita aquí sirve para mostrarnos cuan insensibilizados están los amantes de los videojuegos ante desmembramientos, hemorragias o muertes ajenas, todo en pos de un realismo que trascienda lo virtual permitiendo así una comunión total entre usuario y juego.




Ese es otro detalle interesante a destacar del film. Si las dos partes de Crank mostraban claramente la influencia de la estética de los videojuegos en la realización de Neveldine y Taylor, en Gamer muerden la mano que les da de comer y hacen un retrato crítico, crudo y nada halagüeño de los adictos a la informática o las videoconsolas, de ahí que se hagan tan raras esas críticas que circulan por la red comentando que este tipo de película sólo gustará a los informáticos o apasionados de los arcades. Desde el niñato que se cree algo en la vida por ser un experto combatiente en realidad virtual, hasta el obeso mórbido sin personalidad pasando horas delante de su PC con identidades falsas con tal de mantener relaciones personales aunque sea en un plano irreal. Todo esto retratado de manera más bien gruesa y estereotipada, pero también con acierto y mucha ironía.




En Gamer late una interesante lucha interna que se salda en feliz empate. La de dos directores que quieren por primera vez contar una historia con algo de profundidad y pretensiones que vaya más allá del puro divertimento propio de sus dos anteriores obras contra dos cachondos amantes de la escatología, el sano cachondeo, la incorrección política y lo cafre, que tienen en lo grueso y frenético su sello de identidad. Haciendo que Gerard Butler vomite y orine en el tanque de gasolina de un coche, que Milo Ventimiglia aparezca como un sátiro encuerado sólo pensando en sexo o regalando a Michael C. Hall un número musical en el clímax final sin venir a cuento y que paradójicamente queda genial. Y es que tener como actor al protagonista de Dexter y no aprovechar sus dotes como showman para la canción y el baile es un desperdicio, todo hay que decirlo. El día que este hombre debute en Broadway le van a salir los premios Tony por los ojos, si no tiempo al tiempo.




Un Gerard Butler bestial y carismático como uno de los mejores action hero del Hollywood actual, un Michael C. Hall impagable con cara de inocente escondiendo a un sádico hijo de perra, una carga lacerante y bastante bestia contra espectadores televisivos y adictos a los videojuegos o la globalización; una realización técnica impresionante dando un ritmo endiablado al film, humor cafre, violencia desatada, papeles breves de Terry Crews, John Leguizamo, Zoë Bell, Kyra Sedgwik o Alison Lohman, un guión con más capas y lecturas de las que parece en un principio y Marilyn Manson versionando a los Eurythmics. Gamer lo tiene todo para ser lo que es, una excelente muestra de cine excesivo, tocacojones, incorrecto y bruto dentro de la maquinaria hollywoodiense, pero ciertamente no hecho para todo tipo de estómagos o paladares. Yo a Neveldine y Taylor no les pierdo la pista y menos ahora que van a arreglar a base de mala leche, ironía y orina inflamable la horrible saga cinematográfica de Ghost Rider con Ghost Rider: Spirit of Vengeance. Les mantendremos informados.



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