lunes, 30 de mayo de 2011

Sudor Frío, clavó en mi carne viva, sus garras el dolor




Título Original: Sudor Frío (2010)
Director: Adrián García Bogliano
Guión: Adrián García Bogliano
Actores: Facundo Espinosa, Marina Glezer, Camila Velasco, Omar Musa, Omar Gioiosa, Noelia Vergini, Daniel de la Vega, Victoria Witemburg, Rolf García, Diego Cremonesi, Gimena Blesa




El de Adrián García Bogliano es un nombre peculiar dentro del cine de terror sudamericano. Es sin lugar a dudas uno de los pocos directores que está dando un impulso considerable al género de horror porteño, pero también es un personaje que destaca por no ser un cineasta demasiado competente, bordeando en más de un momento la mediocridad. Pero el tipo es insistente, consecuente consigo mismo y sigue al pie del cañón, sin importarle lo que digan sobre él y su obra.




García Bogliano, nacido en España e hijo de argentinos, es un director que se influencia claramante por el terror rural americano que elaboraran en los 70 autores como Tobe Hooper o Wes Craven, pero también por experimentos formales dentro del género como la durísima y seca Ocurrió Cerca de su Casa (C'est Arrivé Près de Chez Vous) de los belgas Rémy Belvaux, André Bonzel y Benôit Poelvoorde, que jugaba con el poder vírico y de consumo catódico que contiene la violencia. Sus cintas, de un terror epidérmico y muy duro se alejan normalmente de lo sobrenatural para centrarse en la perversidad humana, que a mí al menos me resulta más interesante.




Sudor Frío es la primera película de García Bogliano con una productora importante (Pampa Films) detrás, ya que hasta el momento el director había estrenado sus films con la suya propia, Paura Films. Gracias a ello el largometraje se ha estrenado en salas y ha tenido una interesante carrera comercial en Argentina. La crítica se ha dividido entre los que la ven como un producto inservible o cruel y los que la nombran como el estandarte del nuevo cine de terror porteño y todo hay que decirlo, en parte es comprensible este choque de opiniones.




La cinta, modesta en fondo y forma, narra la investigación de una pareja de jóvenes en busca de una tercera persona, amiga de los mismos, que van a parar a una vieja casa habitada por dos sádicos ancianos ex miembros de la Triple A durante la dictadura militar argentina que torturan a muchachas con motivos tan mórbidos como poco esclarecedores. Los chicos intentarán salir de allí con vida superando las salvajadas que los dos adorables vejetes les harán pasar para impedir la huida.




García Bogliano se adentra en el subgénero del torture porno con varios aciertos y algunos fallos. Dentro de lo destacable para bien está el adecuado y muy acertado uso de la nitroglicerina como método de tortura. El hecho de que el líquido explosivo pueda dar pie a la desgracia con sólo tocar el suelo al caer derramado por las partes del cuerpo de las víctimas en las que han sido aplicadas acrecienta considerablemente un suspense nervioso que se tensa bestialmente y que funciona casi al 100% durante todo el ajustado metraje.




Por otro lado hay varios aciertos dentro del uso efectista en las escenas de tensión o acción. Dentro de los paupérrimos medios el director sabe aprovechar las escenas a cámara lenta utilizadas en las escenas con explosiones o un uso acertado de la angulación de los planos y del efecto deformante de los objetivos de la cámara para dar un tono de atmósfera opresiva que recuerda (salvando las muchas distancias) a La Matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre) de Tobe Hooper.




Pero es de recibo hablar también de la presencia de secuencias considerablemente tristes, como la del anciano con el andador lanzando ácido con la jeringuilla (pobre Facundo Espinosa, no se merece esto), la dirección de fotografía bastante penosa y la resolución de algunos pasajes de dudoso resultado, como el que implica a los vecinos, por poner un ejemplo que me viene ahora mismo a la cabeza. Pero como conocemos la pobre naturaleza del producto y los escasos medios técnicos que tuvieron para realizarla, podemos ser considerados con los autores y no cebarnos con ellos.




Sudor Frío no es una película memorable, aunque sí es una cinta entretenida, conseguida en varios aspectos. La inclusión algo tosca pero acertada del matiz político con los ancianos, su retrato ácido sobre las redes sociales y las altas tecnologías, su crudeza con el gore, que es escaso pero muy acertado, el buen ver de los protagonistas (que como actores no son nada del otro mundo, raro en los argentinos que tienen talento natural para la interpretación) y los ramalazos tanto del cine de terror de los 70, como al actual que también homenajea a este último ya que el viejo metido en el traje con la máscara de gas es puro Rob Zombie de su primera película, La Casa de los 1000 Cadáveres.




El cine argentino necesita a directores desprejuiciados como García Bogliano en sus filas. Un cineasta que no se ande con chiquitas a la hora a de hacer el tipo de largometraje que le gusta dentro del género de terror. No sé aún si es más digno heredero del Wes Craven de los 70 (el de La Última Casa a la Izquierda o Las Colinas Tienen Ojos) o de Uwe Boll, pero lo que sí tengo claro es que me quedo antes con esta Sudor Frío que con cualquier secuela de las prefabricada saga Saw, por poner un ejemplo.



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