sábado, 26 de septiembre de 2009

Saló o los 120 Días de Sodoma, arte y obscenidad




Título Original Saló o le 120 Giornate di Sodoma (1975)
Director Pier Paolo Pasolini 
Guión Pier Paolo Pasolini basado en la novela del Marques de Sade
Actores Paolo Bonacelli, Giorgio Cataldi, Umberto Paolo Quintavalle, Aldo Valletti, Caterina Boratto, Elsa De Giorgi, Sonia Saviange




La última obra del italiano Pier Paolo Pasolini es una de las películas más polémicas de la historia del cine. Un día leí en la famosa web Filmaffinity cómo algunos energumenos proclamaban que el realizador italiano mereció morir (realmente fue asesinado en la italiana playa de Ostia poco después del estreno del film) por haber hecho una cinta como esta. Hay que ser reaccionario para pensar que alguien debe perder la vida por mostrar imágenes que puedan impactar de mayor o menor manera a cierto tipo de espectadores.





Saló y los 120 Días de Sodoma es un film que adapta el libro del Marqués de Sade Los 120 días de Sodoma pero ambientándolo en la Italia fascista de 1944. Un grupo de burgueses de ultraderecha raptan a algunos jóvenes de un pueblo cercano para encerrarlos en una mansión y somerterlos allí a gran numero de actos de depravación sexual. El film en su esencia es una crítica al fascismo italiano de Mussolini y su doble moral, retratando a la extrema derecha de tal país como unos hombres dementes y obscenos capaces de realizar los más bestiales actos contra imberbes muchachos con tal de alcanzar un nivel de placer superior.





El problema es que el mensaje contestatario de Pasolini queda casi por completo sepultado por la innumerable gama de escenas grotescas que muestra en pantalla. Coprofagia, sodomizaciones varias tanto a hombres como a mujeres, escenas de tortura explícitas sin escatimar en detalles y demás actos que mal que nos pese, algunos hombres (y mujeres) son muy capaces de hacer, pero que se adueñan de todo el film y no dejan que el aturdido espectador piense en nada más que en las escenas de gran impacto que el director alterna durante todo el metraje anulando casi por completo la crítica política que el film trata de transmitir.




Pasolini buscaba indudablemente el escándalo y lo consiguió. No sé como de fiel es el film al escrito del Marqúes de Sade ya que no lo he leído, pero si aún hoy el film se hace duro de visionar, en 1975 su impacto debió ser de de una dimensión considerable. Hay hallazgos cinematográficos en el último trabajo del director de El Decamerón y un guión mesurado con excelentes diálogos, pero su sobredosis de sexo, sangre y heces lo hacen bordear peligrosamente la linea que separa el arte de la obscenidad.




Si bien es aceptable que la persona que visione el film dé su opinión sobre él, lo que me parece bestial e inhumano es justificar la muerte de una persona por hacer un film que guste o disguste, atraiga o cause rechazo, no deja a nadie indiferente. Eso sí, siempre desde mi opinión personal e intransferible esta cinta no es ni la aberración que algunos dicen, ni de lejos la obra maestra que suelen proclamar muchos entendidos del medio cinematográfico. Mi opinión es que los espectadores vean el largometraje y si quieren que lo juzguen a él y a su autor, pero en un plano profesional, con criterio y sin hacer apología alguna del asesinato.


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