viernes, 18 de septiembre de 2009

Bloody Sunday, and the battles just begun...


Director: Paul Greengrass (2002)
Guión: Paul Greengrass
Actores: James Nesbitt, Allan Gildea, Gerard Crossan, Mary Moulds, Carmel McCallion, Tim Pigott-Smith, Nicholas Farrell, Gerard Mcsorley, Kathy Kiera Clarke, Declan Duddy





El Domingo 30 de Enero de 1972 será recordado siempre como una de las fechas más negras de la historia reciente de Irlanda. Durante una manifestación pacífica en favor de los derechos civiles en el pueblo de Derry y tras el enfrentamiento de algunos exaltados con la policía, el ejército inglés abrió fuego de manera indscriminada contra numerosos civiles desarmados, hiriendo a 14 y asesinando a otros 13.




El director británico Paul Greengrass realizó en el año 2002 Bloody Sunday, un film que retrataba con fidelidad lo que suecedió aquel infame domingo, La cinta supuso un rotundo éxito de crítica (oso de oro en festival de Berlín del año 2003, ex aequo con la soberbia El Viaje de Chihiro de Hayao Miyazaki) tuvo una decente carrera en la taquilla y dio voz a las víctimas de tan vergonzosa matanza.



Paul Greengrass lo tiene claro. Crudo estilo documental, realismo extremo, cámara al hombro y tomas a pie de calle. Bloody Sunday tiene una de las realizaciones técnicas más perfectamente ejecutadas que se han visto en el cine europeo reciente. Al igual que en sus dos entregas sobre el desmemoriadao agente Jason Bourne y en la soberbia United 93, Greengrass imprime un acerado in crescendo narrativo heredero de Hitchcock, con un supense que aumenta gradualmente (soberbia la utilización de los continuos fundidos a negro) hasta llegar a un excelente climax que no es el del crimen en sí, sino la conferencia de prensa posterior.




Nota a parte para el guión del mismo director, Greengrass no es nada partidista y se le agradece, como muchas veces sí lo es el necesario pero a veces cansino Ken Loach. Ni todos los militares británicos son unos desalmados puestos hasta el culo de testosterona con ganas de abrir fuego a la primera de cambio, ni la totalidad de los manifestantes son personas que van a reivindicar sus derechos de manera pacífica. También es un verdadero acierto mostrar que no sólo el ejército de su graciosa majestad con su prohibición de la manifestación ejercía presión sobre la ya de por sí tensa situación, ya que el I.R.A hacía acto de presencia para caldear más aún un ambiente que era un olla apresión a punto de explotar.




Bloody Sunday no sólo es una de las mejores películas europeas de la década que nos ocupa, es también cine politico, de denuncia, reivinidicativo, necesario. Un arma arrojadiza en contra de la violencia y la intolerancia, un retrato fidedigno de uno de los momentos álgidos y más trágicos dentro del conflicto de Irlanda del norte, una cumbre dentro del cine con conciencia política y social.



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