martes, 22 de agosto de 2017

Alien Covenant, xenomorfea como puedas



Título Original Alien Covenant (2017)
Director Ridley Scott
Guión John Logan, Dante Harper, Jack Paglen, Michael Green, basado en personajes de Dan O'Bannon y Ronald Shushett
Reparto Michael Fassbender, Katherine Waterston, Billy Crudup, Demián Bichir, Danny McBride, Carmen Ejogo, Jussie Smollett, Amy Seimetz, Callie Hernandez, Benjamin Rigby, Alexander England, Uli Latukefu, Tess Haubrich, Guy Pearce, Noomi Rapace, James Franco





En el año 2011 saltaba la noticia en todos los medios relacionados con el mundo del séptimo arte. El veterano cineasta Ridley Scott decidía volver al universo que él ayudó a crear en 1979 con una precuela de aquella mítica Alien: El Octavo Pasajero con la que contaría el origen de los letales xenomorfos que protagonizaron dicho clásico de la ciencia ficción. Prometheus llegó a las carteleras de todo el mundo en 2012 y agradó a más bien poca gente por culpa de sus considerables fallos y su escasa inventiva conceptual y argumental. Para colmo esta nueva incursión de Scott en el ya extenso microcosmos de Alien fue el inicio de la gradual y lenta muerte de una probable quinta entrega de la franquicia que comenzó a desarrollar el cineasta sudafricano Neil Blomkamp (Distrito 9, Elysium, Chappie) y que el mismo autor de 1492: La Conquista del Paraíso dio por muerta y enterrada durante la promoción del largometraje que nos ocupa. El disgusto se antojó doble de cara a los fans de la creación ideada por Dan O'Bannon y Ronald Sushett con el estreno de Prometheus.




Cuando la mediocre acogida de Prometheus parecía confirmar que la potencial saga escondida detrás de su historia se veía prematuramente cercenada Ridley Scott se mantuvo en sus trece e hizo todo lo posible para sacar adelante una secuela tan o más innecesaria que su predecesora incluso antes de comenzar su génesis como producto cinematográfico. Evidentemente el director de El Reino de los Cielos o Black Rain, que es perro viejo, trató de arreglar las carencias que tenía el anterior film de la saga y para empezar con buen pie de cara a los fans y al marketing cambió el título de su film que pasó de Prometheus 2 a Alien Covenant, sin que la pieza dejara de ser una secuela de la cinta de 2012. Por otro lado Scott y sus productores prescindieron de Damon Lindelof y John Spaihts y el lugar de estos en la escritura lo ocuparon Michael Green y Jack Paglen, ideólogos de la historia, y John Logan y Dante Harper, responsables de adaptar esta a un guión cinematográfico.




Alien Covenant agradó algo más que Prometheus, tanto a crítica como público, por el simple hecho de que supo dar lo que se le pidió a aquella sin que supiera proporcionarlo, ni más ni menos. Un servidor no pudo verla en cine y lo ha hecho ahora en formato doméstico y el desastre es mucho mayor del esperado y eso que iba totalmente concienciado con respecto a ver una película mediocre, pero que lo llegara a ser tanto me ha cogido por sorpresa. La última producción de Ridley Scott es tan o más fallida que la entrega inmediatamente anterior de la franquicia y si elude algunos de los defectos de aquella (no todos, a ello volveremos más tarde) en el proceso cae en otros todavía más graves. A continuación pasaré a comentar y enumerar los motivos por los que Alien Covenant me parece una pieza muy olvidable e inconsistente y también lo que supone que el director de The Martian o American Gangster siga ensuciando el buen nombre de una saga que realmente no le pertenece en exclusividad por mucho que él siga pensando lo contrario.




La trama de Alien Covenant es prácticamente la misma de Prometheus, pero con algunas variantes. Los miembros de una tripulación espacial que viajan en la nave colonial que da título al largometraje, acompañados por un androide llamado Walter (Michael Fassbender) que vela por ellos, ven interrumpido su criosueño tras un accidente en el que mueren la mayoría de ellos. Los supervivientes comandados por el capitán Christopher Oram (Billy Crudup) y Daniels (Katherine Waterston), viuda de Jacob Branson (James Franco), anterior capitán de la embarcación fallecido en la colisión, llegan a un planeta desde que el que han  recibido una señal de radio de origen humano. Una vez allí deberán enfrentarse con los célebres xenomorfos de la saga y se encontrarán con David (Michael Fassbender) el androide de la Prometheus que siente una especial admiración por estos alienígenas a los que ayudará a sobrevivir por todos los medios.




La escasa imaginación del argumento que copia descaradamente, no sólo el ya citado de Prometheus, sino el de cualquier otra entrega de la franquicia, muestra rápidamente y de manera cristalina lo poco que Ridley Scott y sus colaboradores han trabajado el guión del proyecto. El cineasta británico lleva más de cuarenta años en el oficio, y debería saber que satisfacer a aquellos que criticaron en Prometheus la ausencia de los xenomorfos clásicos y un contexto espaciotemporal más deudor de la primera Alien dándoles lo que piden, pero olvidando por el camino dar solidez a la escritura, aboca todo el conjunto de la obra al fracaso. Porque sí, aquí tenemos la versión original de los monstruos de la saga y los mismos, aunque siendo recién nacidos, empiezan a matar y descuartizar a los tripulantes de la nave de turno desde bien pronto, y dentro de la Covenant tenemos persecuciones por pasillos laberínticos, gore a raudales y acción, pero todo está ejecutado en pantalla de la manera más rudimentaria e impersonal posible.




De poco nos sirve que Ridley Scott vuelva a demostrar que está en forma a la hora de ponerse detrás de la cámara, cuando vemos que Alien Covenant confirma una vez más esa ya antigua y asentada teoría que reza que el director de Los Duelistas queda reducido a un artesano con un potente look visual, y sólo a eso, cuando no tiene un libreto en el que sustentar su puesta en escena. Los personajes del largometraje no son ni un esbozo, son estereotipos manidos y repetidos hasta el hartazgo vistos mil veces, con mejor resultado, en anteriores entregas de la franquicia en particular y en el cine espacial o de terror en general. Mientras el mismo Scott con unas pocas pinceladas definía la personalidad de la tripulación de la Nostromo en el film primigenio o James Cameron hacía lo propio en Aliens con una secuencia tan sencilla y efectiva como la de Bishop (Lance Henricksen) jugando con el cuchillo y la mano de Hudson (Bill Paxton), en la cinta que nos ocupa ni diez páginas de diálogos consiguen dar profundidad a unos roles del todo inanes y nada empáticos.




Componentes de tripulación que por otro lado hacen que los más bien estúpidos miembros de la Prometheus parezcan superdotados en comparación. Es lógico y esperable que los personajes cometan errores para que la trama avance, los xenomorfos puedan entrar en escena y con ellos la acción y el terror que se hagan con la trama. Pero lo que no es tan evidente es que estos expertos en navegación espacial, terraformación o biología sean ten inexplicablemente ineptos a la hora de ejecutar adecuadamente sus labores profesionales o incapaces de tener el mínimo instinto de supervivencia metiéndose en no pocas ocasiones, casi literalmente, en la boca del lobo. El culmen de esta serie de despropósitos relacionados con los componentes de la Covenant llega con la escena en la que el Capitán Oram hace caso a David, el androdide que en la escena anterior ha demostrado admiración y cariño por los aliens, para mirar en uno de los huevos que incuban los famosos facehuggers que se adhieren a la cara de sus víctimas humanas para introducirles la cría de xenomorfo que crecerá y saldrá por la fuerza de su cuerpo.




La trama es paupérrima y los personajes planos, de modo que sólo nos queda disfrutar con las secuencias de violencia y vísceras con las que Ridley Scott riega la película y el excelente diseño de producción de la obra, que sólo se resiente cuando se dejan notar unos CGI que no han sido elaborados todo lo que debieran, algo que se percibe también con los aliens y sus movimientos supuestamente salvajes y viscerales que imponían mucho más en la tetralogía original cuando el uso de los efectos especiales era mucho menor (de hecho los generados por ordenador sólo se utilizaron en Alien³ y Alien Resurreción y en contadas secuencias) y los anomatrónicos copaban la mayor parte del metraje. Sangre, demembramientos, explosiones, escenas de lucha cuerpo a cuerpo tan innecesarias como inverosímiles (de hecho todo lo referido al doble papel de un entregado Michael Fassbender está muy mal llevado, tomemos como ejamplo las lecturas cómicas que se pueden sacar de las clases de flauta a cuatro manos) dan forma a un producto que en ocasiones más que una superproducción parece una inflada Serie B por su naturaleza involuntariamente exploit y pulp.




Alien Covenant fracasa como precuela del film original de 1979 por su carácter rudimentario y escasamente original, pero tampoco funciona como secuela de Prometheus porque hasta los peculiares planteamientos filosóficos y metafísicos de aquella se ven vampirizados aquí por el fuego de artificio, el desenfreno sin medida y personajes cuya integridad física nos importa más bien poco. Tanto esta obra como su predecesora de 2012 nos confirman que si Alien: El Octavo Pasajero es una obra maestra, no fue únicamente por Ridley Scott, sino porque este encontró en unos enormes profesionales como Dan O'Bannon, Ronald Sushett, Walter Hill, Jerry Goldsmith, H.R. Giger o Jean Giraud "Moebius" a los colaboradores perfectos para que, apelando al trabajo en equipo, y no a un soliloquio egocéntrico que haga salir a la luz sus no pocos defectos como narrador de historias, pudieran dar forma entre todos a la primera piedra de una saga que nunca debió dejar de ser una ecléctica y atractiva tetralogía para convertirse en el juguete de un cineasta caprichoso que hace años antepuso la hiperactividad profesional a las inquietudes artísticas.


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