martes, 13 de enero de 2015

Musarañas



Título Original Musarañas (2014)
Director Juanfer Andrés y Esteban Roel
Guión Sofia Cuenca y Juanfer Andrés
Actores Macarena Gómez, Nadia de Santiago, Hugo Silva, Luis Tosar, Gracia Olayo, Lucía González, Carolina Bang, Silvia Alonso, Asier Etxeandia, Josean Pérez





El célebre cineasta bilbaino Álex de la Iglesia (El Día de la Bestia, Balada Triste de Trompeta) apadrina el debut en la dirección cinematográfica del dúo de realizadores Juanfer Andrés y Esteban Roel con Musarañas, la última gran película española de un 2014 que se ha confirmado como uno de los mejores años para el celuloide patrio con éxitos rotundos como el imparable fenómeno social de Ocho Apellidos Vascos de Emilio Martínez Lázaro, la intachable La Isla Mínima de Alberto Rodríguez, la complaciente pero muy entretenida y digna [REC·]⁴ de Jaume Balaguero y aquella El Niño a manos de Daniel Monzón que un servidor todavía no ha tenido el gusto de ver.




De esta producción se ha destacado sobre todo, y con motivo, la enorme labor de la actriz cordobesa Macarena Gómez que le ha valido varios premios internacionales y una nominación al Goya a la Mejor Actriz en la edición de los premios homónimos que se celebrará en el mes de Febrero. Cierto es que la intérprete de la exitosa serie La Que Se Avecina realiza el mejor papel de su carrera con su protagonista de Musarañas, pero sería injusto que no se nombraran otros muchos aciertos de la obra que como su cuidado guión, su milimétrica dirección o la labor de un escueto, pero profesional, grupo secundarios en estado de gracia que están a la altura de una superlativa actriz principal dándole la réplica de manera sobresaliente.




Como si de una mezcla entre la novela La Casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca y aquella malditísima El Extraño Viaje dirigida por un Fernando Fernán Gómez pletórico detrás de la cámara y con bastantes apuntes de Misery de Stephen King , La Tía Tula de Miguel de Unamuno o la "trilogía del apartamento" de Roman Polanski, Musarañas localiza su historia en un indeterminado pueblo de provincias de la España de posguerra en el que dos hermanas viven juntas en la casa familiar después de la muerte da la matriarca y la supuesta marcha del padre. Entre las paredes de aquel hogar las dos muchachas dan forma a una relación tóxica regida por el severo y ultrareligioso carácter de la mayor de ellas que impone, a veces incluso por medio de la violencia, a la pequeña




La España de principios de los 50 que muestra Musarañas está condensada en el pequeño microcosmos que supone la casa en la que habitan las dos protagonistas. Ya que el edificio en el que esta se encuentran es la única localización que tendremos a lo largo de todo el film, Un hogar en el que la ignorancia, el oscurantismo, los secretos escondidos entre las paredes y el miedo se dan la mano para retratar un país asilado del mundo, ténebre, hermético y lleno de esqueletos en los armarios. Este contexto le sirve a los cineastas y a su co guionista,, Sofía Cuenca, para dar forma a un relato que tiene más de cinta de terror que de drama de la posguerra, con momentos apuntalados por una tensión que se pueden cortar con tijeras.




Aunque depositan gran parte de la responsabilidad en los actores, Juanfer Andres y Esteban Roel saben crear una atmósfera seca y cortante en la que la claustrofobia se convierte en la reina de la velada. Ese edificio intimidante, hasta cuando la luz del sol entra por sus ventanas, tiene algo de maldito, como si el tiempo se hubiera detenido entre esas habitaciones y pasillos. La presencia de iconografía religiosa amenazante nos remite a Luis Buñuel, aunque también es fácil pensar a lo largo del metraje en obras del de Calanda como Tristana o Viridiana, la aridez formal de algunos de los pasajes al Carlos Saura más doliente y el conjunto no deja de ser una puesta al día de obras capitales del cine de la transición española como Furtivos de José Luis Borau y su descarnada crudeza formal y conceptual.




Pero no neguemos que la actriz de Dagon: La Secta del Mar o Carne de Neón es la piedra angular sobre la que gira toda una obra como Musarañas. No sólo la composición de la intérprete cordobesa está llena de matices y contención, también es de un mérito mastodóntico que con su cuerpo menudo sea capaz de convencer a la platea de que puede ser una persona brutalmente intimidante tanto en el plano psicológico como en el físico. Con una labor que recuerda a trabajos de otras actrices expertas en retratar a personas de la España profunda como Lola Gaos o Terele Pávez, Macarena Gómez ofrece un recital impagable que no se entrega al exceso ni si quiera en la recta final del largometraje cuando el guión y los directores deciden exagerar un poco los hechos que acontecen en la media hora final del y que recuerda en parte al trazo de Álex de la Iglesia, como recordamos, productor del film.




Nadia de Santiago le da la réplica a la protagonista con su habitual profesionalidad. La joven actriz de Alatriste o Las 13 Rosas destila naturalidad por todos los poros de su piel y llena la pantalla con su mezcla de candidez y prematura sensualidad, siendo el receptor de esta ultima un Hugo Silva que mantiene muy bien la compostura con el papel más estereotipado de la obra, pero que el madrileño llena de verismo aunque pase la mayor parte de su intervención en la película tumbado en una cama. Pero si hay un actor, y personaje, que le puede hablar de tú a tú al de Macarena Gómez es el del padre interpretado por un Luis Tosar haciendo lo habitual en él, devorar cada encuadre en el que participa confirmándose como uno de los mejores profesionales de la interpretación a nivel mundial.




Musarañas nos descubre a dos prometedores realizadores, muy capaces con la estructuración de la narración, meticulosos con la puesta en escena y excelentes con la dirección de unos actores a los que, por otro lado, pocas indicaciones les pueden dar para decirles cómo deben hacer un trabajo en el que son expertos confirmados. La ópera prima de Juanfer Andrés y Esteban Roel retrata una España que vivía de espaldas al progreso y el resto del mundo, una tierra regada en sangre de hermanos que se enfrentaron en una guerra fratricida y estúpida que dejó como legado unos hijos criados en el desarraigo y la austeridad más siniestra. Una obra que puede considerarse el soberbio y siniestro broche de oro final un año que ha confirmado a aquellos que dicen que aquí no se hace buen cine cada vez más equivocados en sus apreciaciones.



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