martes, 18 de noviembre de 2014

Interestelar



Título Original Interstellar (2014)
Director Christopher Nolan
Guión Jonathan Nolan, Christopher Nolan, Kip Thorne
Actores Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Jessica Chastain, Bill Irwin, John Lithgow, Casey Affleck, David Gyasi, Michael Caine, Matt Damon, Wes Bentley, Mackenzie Foy, Timothée Chalamet, Topher Grace, David Oyelowo, Ellen Burstyn





Visionario o vendehumos, genio o fraude, excesivamente expositivo o pretendidamente críptico, no son pocos los apelativos que se han depositado en la persona del director británico Christopher Nolan desde que comenzara a finales de los 90 su carrera como uno de los más aclamados y polémicos realizadores del Hollywood contemporáneo. Aunque en honor a la verdad tendríamos que remitirnos al enorme éxito de esa cumbre del cine que adapta personajes de cómic al séptimo arte llamada El Caballero Oscuro, su soberbia segunda incursión en el universo del superhéroe creado por Bob Kane y Bill Finger en 1939, para hablar a las claras del nacimiento de esos dos apasionados (y ya agotadores) bandos formados por los que afirman que todo lo que el cineasta londinense haga es oro incluso antes de su estreno y otros que proclaman que ruede lo que ruede será un proyecto fallido y pretencioso a distintos niveles.




Un servidor no pertenece a ninguno de esos bandos, pero como ya he comentado en varias ocasiones Christopher Nolan me parece uno de los directores más talentosos del cine contemporáneo, un señor que apela a la inteligencia del espectador con rompecabezas estilísticos y argumentales que consiguen introducirnos en su juego y con ello interactuar con historias que requieren un mínimo de implicación por parte de la platea sin eludir su naturaleza comercial y rompetaquillas. Interestelar, su última obra cinematográfica, estrenada el pasado 7 de noviembre, sigue esa misma senda abierta en 1997 con Following, aquella ópera prima que pasó considerablemente desapercibida en su momento. Tras ver esta producción de 2014 me siento al salir de la sala con todas mis expectativas depositadas en la obra y su creador totalmente rebasadas y más teniendo en cuenta que la primera media hora daba síntomas de contener varios de los fallos de la impronta del director de Batman Begins, pero por suerte esta impresión es un simple espejismo que desaparecía a los pocos minutos de metraje.




Interestelar da sus primeros pasos en un terreno tan rico para triunfar abordándolo como fanganoso para hundirse en él, el de la distopía. Christopher Nolan sitúa su historia en un futuro no muy lejano en el que el planeta Tierra se encuentra al borde de su desaparición por culpa de un desastre ecológico no determinado. En esta primera media hora el cineasta birtánico asienta sus bases y durante el proceso de presentación se ven algunos apuntes de didactismo innecesario o discursivismo forzado que, buscando contextualizar la historia en un espacio temporal indeterminado pero reconocible para el espectador, acaba ofreciendo momentos que harán las delicias de los detractores más furibundos del director de El Prestigio: El Truco Final. En esos momentos la cinta no dista demasiado de ser la típica americanada de usar y tirar, mostrándose argumentalmente en las antípodas del discurso habitual del autor que se encuentra detrás de sus imágenes.




Por suerte cuando el personaje de Cooper asume su rol de piloto de la nave que buscará un nuevo destino para la humanidad todo se encauza, la trama toma consistencia, los personajes asumen solidez y la historia emocional comienza a dar sus primeros rasgos de calidez formal y conceptual. Porque Interestelar confirma aquello que pudimos vislumbrar en Origen o El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace, que Christopher Nolan cada vez apela más a los sentimientos, dejando un poco de lado su visión distante y en cierta manera demiúrgica (heredada de Stanley Kubrick y compartida por otro genio contemporáneo como David Fincher) con la que parecía recelar de todo lo que supusiera mostrar la epidermis psicológica de sus personajes y sus instintos más primarios como el amor, el afecto o los lazos fraternales, constantes abordadas de manera considerablemente gélida en la mayoría de sus trabajos.




Porque es curioso que para que Christopher Nolan haya firmado su cinta más intimista haya tenido que viajar al cosmos y rodearse con ello de ciencia, relatividad, tecnología espacial, la Nasa y teorías apocalípticas de distinta índole con respecto a nuestro lugar y destino como raza tras una posible desaparición de la Tierra inducida por nuestra propia temeridad. El cineasta inglés utiliza la posibilidad, y apuntando con ello temas éticos y morales tan cuestionables como enriquecedores, de que ese anclaje emocional que supone para los astronautas la vida que han forjado en su planeta de origen y el porvenir de los distintos miembros de sus núcleos familiares pueda influir en la correcta ejecución de las decisiones que deben tomar para que llegue a buen puerto la misión de vital importancia que les ha sido encomendada como grupo.




Mientras el Stanley Kubrick de aquella obra maestra atemporal llamada 2001: Odisea en el Espacio (cinta a la que Interestelar rinde tributo desde su misma concepción hasta algunos pasajes que hacen referencia directa a dicha producción de 1968) abordaba conceptos de una trascendencia extraterrena adentrándose en temáticas de lo existencial o lo teológico y el Alfonso Cuarón de la imponente Gravity otros más sencillos (aunque vitales) como la supervivencia o el terror, Christopher Nolan se queda en un camino intermedio apelando a sentimientos intrínsecos en el ser humano como el amor, la paternidad o la amistad, transmitiéndolos todos con una veracidad desarmante por medio de un guión poliédrico y estructurado con una solidez notable y en magnifico reparto encabezado por un Matthew McConaughey (una vez más y ya van...) superlativo del que hablaremos un poco más adelante.




Dejándose imbuir por obras clásicas adscritas a la ciencia ficción dentro de la literatura o el cine como El Centinela de Arthur C. Clarke (y por efecto dominó al ya mencionado Stanley Kubrick) la adaptación de Solaris del ruso Stanisław Lem que realizó su compatriota el cineasta Andréi Tarkovski  en 1972 (aunque hasta de la versión de 2002 de Steven Soderbergh podemos encontrar influencias)  Encuentros en la Tercera Fase de Steven Spielberg o el discurso de Carl Sagan grabado a fuego en Contact (o su traslación a imágenes a manos de Robert Zemeckis con, curiosamente, Matthew McConaughey como co protagonista) Christopher Nolan con la ayuda de su hermano Jonatahan y sobre todo la del físico teórico experto en agujeros de gusano Kip Thorne (co argumentista y productor ejecutivo del film) consigue dar la cohesión y precisión necesarias para realizar un libreto lleno de teorías científicas, unas más adheridas a la realidad que otras, pero todas interesantes, expuestas en un sano tono divulgativo e inteligentemente abordadas, así como eludiendo sabiamente esa supuesta respuesta teológica o sobrenatural, del todo innecesaria en este contexto, que podría tener la explicación al "fantasma" que atormenta al personaje de Murphy desde la estantería del dormitorio.




Porque aunque Interestelar sea el largometraje más humanista de Christopher Nolan su mirada aséptica de la realidad sigue presente en el grueso de la trama central de su última producción, al menos en un plano estilístico y formal. Lo más curioso es que la escritura del guión está tan trabajada que esas leyes de naturaleza científica en la que tienen cabida agujeros negros, la teoría de la relatividad de Newton o la de los viajes temporales en ocasiones sirven para que el estudio de personajes y su poso emocional evolucione adecuadamente. Es el caso de la utilización de la gravedad del primer planeta visitado, que al ser distinta de la de la Tierra permite a los autores del argumento hacer que lo que allí son horas aquí se conviertan en años, usando como catalizador dramático dicha ley para que los roles que htripulan la Endurance vean como esos millones de kilómetros de distancia que los separan de sus seres queridos influyan también en el plano temporal arrebatándoles irrecuperables décadas de existencia junto a sus familias.




Personajes estos que aún estando suficientemente bien perfilados en su mayoría quedan sepultados por la fuerza de la naturaleza en la que se ha convertido, interpretativamente hablando, el actor de Dallas Buyers Club o True Detective. Matthew McConaughey se arranca de las entrañas otro de esos papeles que confirman que su recuperación para el cine de calidad, ya sea dentro del independiente o de  los blockbbasters de raza, es un hecho irrefutable. Y poco importa que la labor en la dirección de actores de Nolan sea mejor que nunca o que gente como Michael Caine, Ellen Burstyn o John Lithgow tiren de veteranía, Wes Bentley recupere el crédito que perdió después de debutar en American Beauty, Anne Hathaway, Jessica Chastain y Casey Affleck aborden con profesionalidad sus necesarios pero algo desdibujados roles, o Matt Damon nos sorprenda con un personaje alejado de los que suele asumir, es el actor tejano el que llena de vida y descarnada verdad el film en pasajes como la despedida de su familia o el visionado en cascada de ese vídeo que captura en minutos más de 23 años de existencia.




En el plano técnico Christopher Nolan como director asume que ya no tiene nada nuevo que aportar en lo que a hacer viajar a la platea al espacio exterior se refiere y menos si tenemos en cuenta que Alfonso Cuarón lo abordó con unos resultados estilísticos superiores a los de Interestelar (aunque como obra cinematográfica completa la que nos ocupa supera considerablemente a Gravity) el año pasado. Por tanto guionista de El Hombre de Acero apela a su sentido clasicista de la narración cinematográfica sin dejarse llevar por innecesarias florituras visuales, pero ofreciendo momentos de un acabado formal hipnótico gracias al formato Imax como ese viaje al interior del Agujero de Gusano, la aparición de la gigantesca ola en el primera planeta extrarrestre, la visión que se da de Saturno, ese clímax final en la pentadimensión que estéticamente nos remite en ocasiones a la obra pictórica de M.C. Escher o la inclusión de inesperados apuntes de humor gracias a los robots que acompañan a la tripulación de la Endurance. Todos acariciados por la enorme partitura de un Hans Zimmer deudor del Philip Glass de la trilogía documental Koyaanisqatsi/Powaqqatsi/Naqoyqatsi de Godfrey Reggio




En resumidas cuentas Interestelar es una obra imponente y llena de hallazgos que habla de temas universales como el miedo al futuro, la identidad, el egoísmo o el sacrificio y poseedora de momentos memorables que la sitúan desde ya entre las mejores cintas del año 2014, dentro del selecto club de las cintas adscritas a la ciencia ficción, más o menos ortodoxa, y por descontado en el grueso de las mejores cintas de Christopher Nolan. Pero el que suscribe no la considera ni una obra maestra, ni mucho menos un clásico instantaneo, en todo caso podría tildarse de ser una dignísima heredera de los preceptos (más formales que textuales) de, la varias veces mencionada en esta entrada, 2001: Odisea en el Espacio, de Stanley Kubrick. Mi consejo es que el espectador se libere de prejuicios tanto en lo referente a la supuesta incosistencia científica del film (abordada con mucho acierto en este artículo que descubrí en la soberbia reseña de Samuel Secades para Zona Negativa sobre el film del que hablamos) a las reticencias que se puedan tener hacia su autor. Porque ver en pantalla grande una obra como la que ocupa en esta entrada merece mucho la pena y el viaje al que nos invita no dejará a nadie indiferente.



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