miércoles, 1 de septiembre de 2010

Piraña 3D, everybody's gone surfin', surfin USA



Título Original: Piranha 3D (2010)
Director: Alexandre Aja
Guión: Pete Goldfinger & Josh Stolberg
Actores: Elisabeth Shue, Adam Scott, Ving Rhames, Richard Dreyfuss, Eli Roth, Jerry O'Connell, Ricardo Chavira, Dina Meyer, Steven R. McQueen, Jessica Szohr, Christopher Lloyd


Trailer



En 1978 el director Joe Dante y el guionista de cintas de terror John Sayles (aún quedaban algunos años para que se adentrara como autor en ese tipo de cine social que le dio la fama que hoy tiene) estrenaron Piraña. Un delicioso sucedano del Tiburón de Steven Spielberg con un agradable aire a genuina serie B lleno de grandes momentos y un tono artesanal del todo arrebatardor. Su éxito fue considerable y debido a él se produjo una secuela (donde los entrañables peces carnívoros tenían alas, con un par), segunda parte que supuso el debut en la dirección de un por aquel entonces desconocido realizador canadiense llamado James Cameron.




Alexandre Aja y su inseparable colaborador Grégory Levasseur, se reparten la producción, la dirección (y probablemente la escritura en la sombra) de este remake de la ya mencionada cinta de culto de Sayles y Dante. Inteligentemente los franceses se desvinculan lo suficiente de la cinta primigenia y a lo que dan forma con Piraña 3D es a una bestial parodia, un grueso chiste, una mirada desdeñosa hacia el cine de terror teenager veraniego, exagerando todos los tópicos e hiperbolizando todos los clichés. Diálogos estúpidos, personajes estereotipados y planos, desnudos gratuitos, niños pedantes, para finalmente perpetrar una exagerada masacre que de tan brutal se antoja hasta cómica en más de un momento.





Aja renuncia a algunas (no todas) de sus señas de identidad con el único fin de crear un divertido producto de usar y tirar, con el cual poder producir en el espectador una fruiciosa sensación que lo mueva entre la risa nerviosa y la carcajada a mándíbula batiente o el asco dependiendo el caso. Pero bajo la superficie (en las profundidades que viene muy al caso) se ve claramente que Aja está haciendo mofa y befa, no sólo del cine de terror adolescente americano, sino también con el estereotipo de estadounidense fiestero sin conciencia alguna. Metiendo música machacona por un tubo, cuerpos siliconados, farras interminables y agentes de la ley que salen escaldados al intentar poner algo de orden entre los jóvenes.




Pero en lo que sí se puede reconocer la mano de Aja es en el control del tempo narrativo con un uso excelente del in crescendo deudor no sólo de la cinta original de 1981 ni de la ya mencionada Tiburón de Spielberg, sino sobre todo de Los Pájaros de Alfred Hitchcock cuya estructura emulan todas estas cintas. Pero cuando entra en escena gradualmente la sangre en pantalla (muy conseguida la primera escena del ataque por parte de pirañas) y los peces empiezan a acechar como en la escena de los buzos, con reminiscencias a Alien, el Octavo Pasajero, al final acabamos desembocando en la hecatombe de hemoglobina y casquería que tan pronto nos remite a George A. Romero, Luci Fulci, Dario Argento o el Peter Jackson de Braindead (la escena de Ving Rhames con el motor de la lancha).




Piraña 3D a pesar de mala baba y su autoparodia no deja de ser un divertimento cazurro y tontorrón, pero también es un producto irremediablemente disfrutable si el espectador es consciente con antelación de lo que se va a encontrar en la pantalla. Una cinta totalmente ausente de prejuicios sobre unos peces carnívoros que van a devorar vivos a tíos musculosos y muchachas recauchutadas. Alexandre Aja y Grégory Levasseur miran con nostalgia al cine de terror y ciencia ficción de finales de los 70 y principios de los 80 (los deliciosos cameos de Richard Dreyfuss y Christopher Lloyd no son casualidad) para con ello escupir en la cara del (en su mayoría) maniqueo y blandengue de los 90.




Desde la genial Las Colinas Tienen Ojos Alexandre Aja no es el mismo autor y posiblemente se esté comercializando, pero por suerte está introduciendo su veneno poco a poco en el cine de terror americano y eso siempre será una buena señal. Su última obra es menor y alimenticia dentro de su filmografía, pero triunfa por su incorrección, su descaro, su sorna y por no tomarse nada de lo que plantea en serio. Sirvan como ejemplo las esperpénticas escenas de las dos chicas buceando desnudas, la de las últimas palabras del personaje de Jerry O'Connell, ese plano final puramente ochentero y sobre todo el cachondísimo del pene, que es una perfecta síntesis de lo que es la esencia de la última cinta del director de Alta Tensión.



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