domingo, 16 de mayo de 2010

El Imaginario del Doctor Parnassus, la potencia sin control no sirve de nada


Título Original:
The Imaginarium of Doctor Parnassus (2009)
Director: Terry Gilliam
Guión: Charles McKewon y Terry Gilliam
Actores: Christopher Plummer, Heath Ledger, Tom Waits, Lily Cole, Andrew Garfield, Verne Troyer, Mark Benton, Johnny Depp, Jude Law, Colin Farrell


Trailer


El título de la entrada es un poco alarmista, la cierto es que no es para tanto, ya que hasta hoy no puedo decir que exista una sola película de Terry Gilliam que me disguste, no sólo porque como he comentado aquí en otras ocasiones es uno de mis autores cinematográficos favoritos de todos los tiempos, sino también porque su cine repleto de fantasía y fuerza nunca me ha decepcionado del todo. Pero cuando no cumple expectativas como es debido no me corto y lo digo con sinceridad. El Imaginario del Doctor Parnassus es por desgracia uno de esos casos.




El Imaginario del Doctor Parnassus es una obra puramente Gilliam. Choque frontal del mundo real y el onírico, huida mental hacia un mundo de fantasía para escapar de la crudeza intrínseca de realidad, cierta simpatía hacia los desheredados y personas sin techo, y una inquebrantable oda hacia los dementes y perturbados mentales. Todo lo que hace a Gilliam especial como creador está ahí, condensado, atesorado, resplandeciente, enamorando a sus acólitos y enervando a los que no aguantan su discurso autoral.




El Rey Pescador, Brazil, Los Héroes del Tiempo, todas están aquí, porque El Imaginario del Doctor Parnassus es una de las más claras muestras de Terry Gilliam desatado, haciendo un cine personal, siempre transitando caminos que sus fans conocemos bien. Mostrando su ya conocida obsesión por los contrapicados y grandes angulares, el humor absurdo y granguiñolesco, puramente inglés, heredado de su etapa en los Monty Python, de la fantasía descontrolada, el triunfo de lo onírico sobre lo terrenal, retratando un mundo de imaginación intransferible fascinante, siempre entre lo satírico y lo naïf.




Pero toda esta maravillosa imaginería visual, con su infinita capacidad de asombro para con el espectador se cobra un alto precio, el del argumento. El guión que Gilliam escribe junto a su amigo Charles McKewon es un fino hilo que apenas se sostiene por su propio peso. La trama se estanca, no hay un desarrollo ni de los personajes, ni de la historia en sí, todo es un continuo bucle que transmite una insatisfactoria sensación de déjà vu.




Una vez más, el director de 12 Monos quiere mostrarnos su mundo visualmente inabarcable y la construcción narrativa de la historia se ve sepultada por su afán de obserionarse perdidamente por lo que tiene delante de la cámara, sin percatarse de algo tan o más importante que eso, que los cimientos de lo que está contando tengan una solidez acorde con su puesta en escena. Por otro lado su reparto de actores no destaca en ningún aspecto.




Nadie está memorable en su rol, ni el veterano Christopher Plummer, ni un Tom Waitts bien elegido pero poco convincente, ni siquiera ese Heath Ledger en el último papel de su corta carrera, que estaba mucho mejor en El Caballero Oscuro. Del trío Johnny Depp, Jude Law, Colin Farrell poco puedo decir, ya que se nota que la intervención de los mismos era de pasada y más por un compromiso ético y moral que profesional con Ledger.




Pero volvemos a lo de siempre, es Gilliam y a mí su mundo bestialmente anárquico me atrae profundamente. Esta revisión teatral y exagerada de El Séptimo Sello de Ingmar Bergman me parece una obra menor de su autor, sí, pero también un soplo de aire fresco dentro del cine actual. La visión alucinógena de un soñador de la vieja escuela, el discurso de un genio descerebrado que se mueve con placentera agilidad entre lo entrañable (enanos, travestis, mendigos, esquizofrénicos) y lo ácido (esos dardos envenenados a la policía, el periodismo sensacionalista o la pena de muerte y su uso como espectáculo circense para las masas).




Los seguidores de Gilliam no deben perdérse por nada del mundo esta El Imaginario del Doctor Parnassus. Si la maravillosa, reivindicable y superior Tideland, era Gilliam al 100% aquí lo es al 200%. Sus detractores que la eviten en todo lo posible, en cambio a los neófitos desprejuiciadios les digo que si quieren probar algo diferente, atípico, mágico, extraño pero poco complaciente y muy personal, ni lo duden, esta es su película.



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