sábado, 15 de agosto de 2009

Frontera(s), mala conciencia política


Título Original: Frontier(s) (2007)
Director: Xavier Gens
Guión: Xavier Gens
Actores: Karina Testa, Samuel le Bihan, Estelle Lefebure, Aurélien Wiik





Cuando los franceses dicen de hacer obras de género la verdad es que son un punto y a parte, en especial en el terror. Los reyes podrán ser los americanos, que fueron los que marcaron el desarrollo natural este tipo de cine durante los 70 y 80, e incluso los japoneses que le dieron a mediados de los 90 un soplo de aire fresco con terror psicológico y crueldad inusitada. Pero cuando nuestros vecinos dicen de ponerse brutos, lo muestran con todas las consecuencias y hacen palidecer a las cintas del resto de Europa que tratan temas vinculados al horror cinematográfico.




Gracias a estas, casi siempre, memorables incursiones genéricas hemos llegado a conocer a talentos tan a tener en cuenta como Alexandre Aja, director de Alta Tensión, cinta que supuso un revulsivo y un antes y después en el cine de terror francés, a pesar de su lamentable final,. El tandem Alexandre Bustillo/Julien Maury, autores de la bestialmente memorable A L'Interieur o Pascal Laugier, creador de la aún inédita en España Martyrs. Xavier Gens, ese hombre que parece una mezcla entre nuestro Koldo Serra y Ángel Cristo, entraria dentro de este selecto grupo, pero sin haber cumplido las expectativas que se habían depositado en él con esta cinta que nos ocupa, su ópera prima.




Soy un gran admirador de los directores que hacen cine de terror para mostrar sus inquietudes políticas, porque de esta manera engrandecen este género tan denostado por los puristas. Cintas como Las Colinas Tienen Ojos de Alexandre Aja o 28 Días Después de Danny Boyle y su secuela realizada por el español Juan Carlos Fresnadillo, son una mirada acertada sobre la época y el periodo histórico en el que han sido gestadas (paranoia terrorista post 11S, guerra de iraq, ultraconservadurismo americano), pero todas ellas triunfan porque sus creadores primero son conscientes de que enmarcan su historia dentro del cine de suspense y terror y luego buscan el matiz social adecuado para calibrar la historia que narran. En este apartado Xavier Gens falla estrepitosamente, porque el director francés quiere dar forma principalmente a un mensaje de calado político y luego situarlo en el ya mencionado género y ese es un grave error de base.




Frontiere(s) comienza con unas revueltas callejeras (que recuerdan a las que se llevaron a cabo en París en el año 2006), por culpa del resultado de unas elecciones generales en las que dos partidos, uno conservador y otro de ultraderecha, se enfrentan en las urnas, mostrándose la producción como una cinta más sobre jóvenes franceses enfrentándose a las fuerzas de la ley, como una versión hipertrófica y a ritmo de videoclip de esa obra maestra de Matthieu Kassovitz titulada El Odio. Tras el primer tercio, al inicio del segundo, la película muestra su verdadero rostro, que es ser la enésima y mil veces vista, revisión de La Matanza de Texas, la obra seminal del americano Tobe Hooper, pero esta vez con un grupo de degenerados nazis como la familia antropófaga.



No sólo la alarmente sensación de Déjà vu hace mella en la cinta, es que toda la excusa narrativa sobre el nacionalsocialismo del cabeza de familia, que para colmo del simplismo y la puerilidad está caracterizado de manera que se parece exageradamente a Jean Marie le Pen, el ex secretario del partido de ultraderecha francesa Frente Nacional, no se sostiene por sí sola. Todo está forzado y nada es realista, ni siquiera la utilización de un personaje en estado de buena esperanza que tan buenos resultados de tensión y dramatismo había dado en obras como La Semilla del Diablo de Roma Polanski, Sólo Contra Todos de Gaspar Noé o la ya mencionada A L'Interieur de Bustillo y Maury, funciona a algún nivel, tampoco las supuestamente alabadas escenas gore, que son casi un plagio de las que realizó Alexandre Aja en Alta Tensión y Las Colinas Tienen Ojos, dan pie a alguna escena memorable.




Es realmente encomiable que Gens se interese por el futuro de su país, que esté preocupado por el auge de la extrema derecha en Europa en general y Francia en particular y que nos advierta, no sin bastante acierto, que las consecuencias de tal cambio político podrían ser catastróficas, pero este no es el modo. Esas fronteras a las que hace alusión el título del film, que son físicas, éticas y humanas, le quedan muy lejos a su realizador, ya que su trayecto se acaba a medio camino, porque para ser un buen director dentro del género de terror con conciencia social, no hay que opinar de política para hacer cine, hay que hacer cine para opinar de política, aunque suene pedante por mi parte.



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